Negociaciones en Cataluña

PSC y ERC se dan tiempo y desvinculan el pacto por la Mesa del Parlament del de la investidura

Ambos partidos asumen que las negociaciones de ambos acuerdos serán independientes y no tendrán que influir entre sí

El líder del PSC, Salvador Illa, y la vicepresidenta del Govern en funciones, Laura Vilagrà, en el Parlament.

El líder del PSC, Salvador Illa, y la vicepresidenta del Govern en funciones, Laura Vilagrà, en el Parlament. / David Zorrakino / Europa Press

Sara González / Quim Bertomeu / Carlota Camps

No hay tiempo material para un pacto global. En pleno apogeo de la campaña de las europeas y con los independentistas tratando de encarrilar su situación interna, tanto en el PSC como en ERC desvinculan lo que pase el 10 de junio para escoger la presidencia y la Mesa del Parlament de un eventual acuerdo posterior de la investidura que tiene que votarse, como muy tarde, el 25 de junio. Es decir, que tras los primeros contactos empiezan a asumir que serán dos negociaciones distintas y que lo que pase con la primera, cuyo desenlace dan por hecho que se resolverá en tiempo de descuento, no tiene por qué prefigurar lo que pase con la segunda.

Se trata de un esquema que rompe con la línea de los últimos años de mayorías independentistas, en los que quien se quedaba con la presidencia de la Cámara era a cambio de facilitar la presidencia de la Generalitat y ser el socio menor del Govern. Y también un escenario en el que, si nadie logra tejer un acuerdo y cada formación vota a sus propios candidatos a la Mesa, se volvería al reparto clásico de sillas en función de la representación obtenida. Si eso ocurriera, tres serían para el PSC -incluida la presidencia-, dos para Junts, una para ERC y una para el PP.

Que la aritmética caiga por su propio peso

Esta es una salida con la que los socialistas se sentirían cómodos a la hora de afrontar el segundo 'round', el de la investidura de Illa. Ceder la presidencia solo sería argumentable si es a cambio del apoyo para convertir a su líder en president de la Generalitat. Pero si el PSC llega a la conclusión definitiva de que el calendario aprieta demasiado como para garantizarse el 'quid pro quo' en menos de dos semanas, que la aritmética caiga por su propio peso no le perjudica. Al contrario.

En el PSC insisten en que la Mesa debe representar la "pluralidad" escogida en las urnas y recalcan que ganaron las elecciones con una ventaja clara -siete escaños más que Junts-. También que sería "lógica" la presencia del PP como cuarta formación en el hemiciclo, cuya silla garantizaría que el soberanismo no tenga la mayoría en la Mesa. Con esta lectura, el PSC opta por no presionar ni a republicanos ni a posconvergentes y les da tiempo para que pongan su situación interna a sitio.

Todo esto siempre y cuando ERC y Junts no estén dispuestos a pactar entre ellos, cosa que obligaría a los socialistas o a intentar romper el bloque independentista aliándose con uno de los dos o bien refugiarse en los 63 escaños que sumarían con Comuns y el PP. Sin embargo, y al menos por ahora, en el PSC no ven probable un entendimiento en menos de dos semanas entre los de Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, que arrastran discrepancias y resquemores desde hace años.

Esquerra: sin prisa

ERC no se descarta del todo ni para una acuerdo sobre la mesa del Parlament ni para la investidura, pero no tiene ninguna prisa. En primer lugar, porque aún está digiriendo unos malos resultados del 12 de mayo para los que no encuentra una explicación clara. Segundo, porque no quiere abrasarse en plena campaña electoral de las europeas en una negociación con el PSC de final incierto que dé a Junts ventaja en las urnas. Así, los republicanos quieren que el PSC y Junts tomen "la iniciativa" en tanto que son los dos partidos más votados y, si su negociación no llega a buen puerto, ya se verá.

Además, en el caso de Esquerra, hay que tener en cuenta otra variable importante. Está en plena crisis interna que ha dividido la organización entre los partidarios de Oriol Junqueras y los de Marta Rovira. Eso convierte el partido en más imprevisible de lo que ha sido en la última década. Es decir, no está claro que en esta negociación para la mesa y para la investidura los dos sectores tengan los mismos intereses. Por ahora, han tomado una decisión salomónica: el equipo negociador está formado por dos miembros 'junqueristas' -Oriol López y Juli Fernández- y dos 'roviristas' -Josep Maria Jové y Marta Vilalta-. Equilibrio total.

Silencio sepulcral en Junts

Mientras, Junts ha blindado las negociaciones, limitándolas a la cúpula -con PuigdemontJordi Turull y Albert Batet al frente- y decretando silencio absoluto entre sus filas, como ya hizo con la investidura de Pedro Sánchez. Para los posconvergentes, que públicamente aún mantienen que la investidura de Puigdemont es posible, sería importante ostentar la presidencia -o, al menos, tenerla a su favor- para asegurarse de que su líder pueda ser candidato.

A pesar de que después la votación fuera muy probablemente fallida, sería una manera de permitir a Puigdemont regresar a Catalunya como presidenciable. Sin embargo, también presionaría a socialistas y republicanos, que verían pocos beneficios en esta operación.

Los Comuns, aferrados al tripartito

Finalmente, para los Comuns, que son los únicos que defienden abiertamente un pacto con el PSC y con ERC tanto para la Mesa del Parlament como para confeccionar el nuevo Govern, aún queda mucha tela por cortar, puesto que, señalan, apenas hace 24 horas que los republicanos han designado su equipo negociador y tienen casi dos semanas por delante. Los de Jéssica Albiach están dispuestos a apoyar que la segunda institución esté en manos de ERC si eso garantiza que después haya un pacto para la investidura de Illa. Eso sí, dan por hecho que, si se produce, será con el árbitro pitando el final del partido.

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