Triunfar con las fragancias después de alumbrar con sus velas desde el siglo XIX

La valenciana Cerería Mollá cumple 125 años manteniendo la esencia artesanal de una producción que vende ya a más de 80 países y con la que factura más de 12 millones de euros

Santiago Mollá Micó, CEO de Cereria Mollá.

Santiago Mollá Micó, CEO de Cereria Mollá. / Perales Iborra

Juanma Vázquez

Juanma Vázquez

La iluminación de la mayoría de los hogares en España a finales del siglo XIX no era todavía una tarea ligada a la electricidad, sino más bien a la presencia de unas velas que –especialmente entre aquellos que se las podían permitir– resultaban una necesidad social manifiesta. Tanto era así que Albaida, municipio que había tenido previamente una industria de jabones, acabó virando de rumbo hasta erigirse como un centro de fabricación cerero de trascendental importancia en España. Fue en este enclave, en una vivienda que también servía de taller, donde Antonio Mollá fundó Cerería Mollá en 1899. Un negocio familiar que hoy por hoy gestiona su bisnieto, Santiago Mollá Micó.

Él mismo relata que, cuando la firma acababa de nacer, esas primeras velas elaboradas con cera de abeja se utilizaban para «hacer luz» y alumbrar tanto las viviendas particulares como las calles durante la noche. Sin embargo, en poco tiempo, los mercados de este producto fueron «evolucionando». «En los inicios del siglo XX, empezamos a hacer velas para la Iglesia», que utiliza los cirios, según explica el actual CEO de la compañía, en oficios como las procesiones de Semana Santa. Un paso de calado para Cerería Mollá en España que también vino acompañado por la exportación a países de Sudamérica. No obstante, la llegada de la Guerra Civil acabó siendo, como le pasó a muchos negocios en la época, un gran golpe que hizo que su actividad tuviera que comenzar de nuevo.

Pero ña entrada en la segunda parte del siglo XX acabó suponiendo un nuevo avance importante. No en vano, destaca Mollá, la cerería encontró otro foco para hacer negocio gracias a la apertura al turismo de Europa que el país vivió en los años 60. «Empezamos a abrirnos a Alicante y Baleares con velas perfumadas para hoteles, hostelería y suvenires», recalca el dirigente, que recuerda que esos aromas –igual que sucedía con la cera de abeja de colmeneros cercanos– estaban desde sus inicios directamente ligados a la terreta, con plantas como la lavanda y la verbena que crecían en lugares cercanos como las montañas de la sierra de Aitana.

Apertura a un nuevo nicho

Fue en esa época cuando su padre, Santiago Mollá Blanquer, cogió oficialmente el relevo a los mandos de la firma de manos de su abuelo. Bajo su batuta, Cerería Mollá recorrió las siguientes décadas y se abrió, ya en los años 90, a un nuevo nicho. «Comenzamos a fabricar otros productos perfumados y de ambientación», afirma el actual responsable, cuya trayectoria en la compañía se inició «cuando era pequeño» ayudando a su padre. Eso sí, a cargo de la gestión de la misma no estuvo hasta el año 2000, justo cuando empezaba a vivirse el boom de ese nuevo mercado. 

Aprovechando esa ola, la empresa lanzó ambientadores para casa, con difusores de varilla o de espray, productos que en la actualidad –sumados a otros como los espráis para textil, los jabones para casa y los ambientadores para el coche– representan más de la mitad del negocio de la cerería. Las velas, por su parte, suponen «alrededor del 45%» de una facturación que el año pasado alcanzó los 12,6 millones de euros. Sin embargo, Mollá prevé que este año esta cifra «va a ser más alta», mejorando en el entorno del doble dígito.

Santiago Mollá Micó, junto a su padre, Santiago Mollá Blanquer.

Santiago Mollá Micó, junto a su padre, Santiago Mollá Blanquer. / Levante-EMV

Tras ese auge, el CEO –y único miembro de la familia que se encuentra ahora en la gestión– destaca el «carácter flexible de la producción» que les permite «estar en 15 ferias de muestra internacionales». No en vano, en su catálogo se pueden hallar alrededor de 400 referencias de producto, elementos de los que el año pasado se elaboraron hasta 1,52 millones de unidades en conjunto y que siguen manteniendo muchos procesos centenarios en su fabricación. «Son artesanales y de alta calidad», enfatiza. 

Y es que los mismos se pueden encontrar actualmente en grandes establecimientos de España –mercado dónde son «líderes en ambientación del hogar»– como El Corte Inglés. Sin embargo su presencia, siempre bajo la marca única de Cerería Mollá, también está en territorios de los cinco continentes, ya que exportan «a más de 80 países». 

Horizontes de futuro

En ese marco, Mollá destaca que la firma trabaja en «el reconocimiento de la marca a nivel nacional, que se identifique como producto de alta calidad». Sin embargo, este no es el único foco en el que pone la mirada. Porque en la actualidad su crecimiento se da en productos como los jabones y los ambientadores, pero también en unas velas perfumadas cada vez más sostenibles gracias a utilizar «ceras vegetales, mechas de algodón y aromas naturales». «Fidelizan mucho al cliente», remarca.

Junto a ello, el dirigente de la compañía –que genera, entre directos e indirectos, alrededor de 120 empleos– también sitúa como un sector estratégico la entrada que están teniendo en esa ambientación de las habitaciones de hoteles con su marca, «con una gama específica» que incluye productos como sus jabones. Todo dentro de los nuevos horizontes de un negocio centenario que fue alumbrado a la luz de las velas.