De alguna manera, los consejeros de Bankia, como las Cortes franquistas en 1976, se hicieron ayer el harakiri, porque su visto bueno a la absorción por parte de CaixaBank supone en la práctica la desaparecerá de la entidad justo diez años después de su nacimiento a mediados de 2010, cuando la fundaron Caja Madrid, Bancaja y otras cinco pequeñas entidades de ahorros. Ha sido una década convulsa, con el rescate de 22.400 millones por parte del Estado, el relevo del equipo en mayo de 2012 con la llegada de José Ignacio Goirigolzarri para sustituir en la presidencia a Rodrigo Rato, el juicio por la salida a Bolsa de julio de 2011 que está a la espera de sentencia o los numerosos escándalos heredados por su presidente de la etapa anterior, como las preferentes o las tarjetas black. Consumada la absorción, por lo que respecta a València queda por determinar quién se hará cargo de la territorial de la que forma parte la autonomía. En la actualidad, la de Bankia está dirigida por Jaume Casas y la de CaixaBank, por Xicu Costa. Uno de los dos equipos acabará imponiéndose, como pasa siempre en banca.