Jaime Hernández Perpiñá

Ya avanzada la temporada 1927-28, el VCF hizo uno de sus mejores fichajes de todos los tiempos. Su presidente, Facundo Pascual Quilis contrató los servicios de Luis Colina Álvarez como secretario general y técnico, cargo en el que permaneció durante 28 años, o sea hasta poco antes de su muerte, ocurrida el 23 de julio de 1956 a los 68 años de edad.

Cuando Luis Colina llegó al VCF, ya era famoso en el mundo futbolístico por haber sido jugador de la Real Gimnástica Española y del estadium Pardiñas de la barriada madrileña que le vio nacer. Mas tarde fue su presidente. En 1914 se hizo árbitro y llegó incluso a internacional al dirigir un Francia-Portugal. Pasó a secretario general del Colegio Nacional de Arbitros y después a presidente. A continuación desempeñó el cargo de secretario general de la Federación Española de Fútbol, rescatándole el presidente Facundo Pascual, ya que por aquel entonces, a sus 40 años de edad, Luis Colina ya era una gran figura tanto por viejo como por diablo.

Fue uno de los grandes impulsores del campeonato Nacional de Liga que echó a andar el 17 de febrero de 1929, competición que era vital para la supervivencia de los clubes que tenían como única competición oficial la Copa de España y en tono menor los campeonatos regionales, completándose las fechas de cada temporada con infinidad de partidos amistosos. Sin embargo el gran secretario general/técnico valencianista no pudo meter a su club en la primera división por impedírselo el Rácing de Santander en una eliminatoria disputada en Madrid, valedera para ocupar una plaza en la división de oro. Era un hombre de Fútbol y para el Fútbol. Completo. Inteligentísimo, avispado, ocurrente (su frase «la Liga la ganan los suplentes»«yo me atrevo a decir si un huevo es bueno o malo sin atreverme a ponerlo» han quedado acuñadas en la fraseología futbolística de todos los tiempos), de los que donde ponían el ojo metían la bala. Con genio y con mal genio. Nunca marcó un solo gol en ningún terreno de juego, pero logró mil de los catalogados como de despacho importantes y trascendentes como los que se marcan en el césped.

Construyó un gran VCF. Como técnico fue impagable, pero nunca fue rico. Hoy, como trajinador de jugadores se haría de oro. Comenzó con los fichajes de los Cano, Torregaray, Molina, Picolín, Amorós, Vilanova, Juanito Costa..., hasta completar el equipo del ascenso a primera en 1931. En 1934 ya jugó la primera final de la Copa de España con los Bertolí, Iturraspe, Pasarín, etc.., nombres que han pasado a la gran historia del VCF por su extraordinario rendimiento. Inmediatamente después, ficho a Juan Ramón, Lelé, AmadeoGaspar Rubio.

El gran exitazo de Luis Colina se dio tras la guerra al descubrir en las tropas del general Aranda que llegaron a Valencia a jugadores de extraordinaria calidad como Mundo, Alvaro, Botana, Poli... que ofrecieron goles, personalidad, fuerza, entereza y genio. También contrató a un gran entrenador, el gallego Ramón Encinas. Con ellos y con los donostiarras Epi y Eizaguirre, Asensi, Gorostiza Bala Roja, se formó un equipo con la temible «delantera eléctrica», cayendo los triunfos como cae la fruta madura, hasta el punto de ser el equipo más importante de los años 40. Todo aquello lo hizo Colina, el mejor patrón de pesca de la época, quien, por añadidura, reforzó aquel cuadro con Pasieguito, Monzó e Igoa. Otros muchos fichajes, como el de Salustiano, fracasaron y quedaron en el olvido. La sensacional conmemoración de las Bodas de Plata de la fundación del VCF también fue un éxito personal de Colina, quien reunió en Mestalla en un mismo partido a gran parte de olímpicos de Amberes (1920), París (1924) y Ámsterdam (1928) en una confrontación absolutamente inédita. El recinto mestallero se llenó a rebosar en uno de los homenajes más cálidos, sentidos y emocionantes que se recuerdan. Se reunieron, con bastantes kilos de mas y mucho pelo de menos, los míticos Zamora, Arrate, Agustín Sancho (primer internacional valenciano), Pagaza, Samitier, Alcántara, Cubells (primer internacional valencianista), Pasarín, Carmelo, Gamborena, Quincoces... a los que los aficionados valencianistas no dejaron de aplaudir durante todo el partido, que fue arbitrado por Luis Colina. Pasarín y Quincoces llegaron de la mano del sabio con la inestimable colaboración del vicepresidente Eduardo Cubells.

Seis títulos, seis, (tres de Liga y tres de Copa) logró reunir como secretario técnico. El último en 1954. El siguiente ya no lo pudo disfrutar: falleció, como decíamos, en 1957 tras dejar al club una herencia de incalculable valor: Vicente Peris Lozar, un joven dinámico, inteligente, atrevido, que también marcó desde su puesto de secretario general primero y gerente después, otros mil goles. Y como al mejor escribano le cae un borrón, a Luis Colina estuvo a punto una vez de caérsele todo el tintero: se olvidó de enviar a la federación Valenciana de Fútbol para su trámite a la Española, la ficha de Antonio Puchades que Colina guardaba en un cajón de su mesa de trabajo. Menos mal que previamente había telefoneado a la Federación Valenciana anunciando el fichaje del que después ha sido el santo y seña del VCF.