Los 100 años de Muñoz Degraín: el 'anticlimax' del Año Sorolla

El Museo de Bellas Artes dedica una exposición al pintor valenciano cuando se cumple un siglo de su muerte

'El paisaje de los sueños' reúne medio centenar de obras del artista de la pinacoteca valenciana, el Museo del Prado, el Museo de Málaga y la Biblioteca Nacional

Una de las obras de la exposición.

Una de las obras de la exposición. / Daniel Tortajada

Begoña Jorques

Begoña Jorques

Antonio Muñoz Degraín (València, 1840-Málaga, 1924) fue un incomprendido. Lo criticaron desde Miguel de Unamuno hasta Salvador Dalí. No obtuvo cierto reconocimiento hasta bien entrada una edad ni fue becado par ir a Roma en su juventud como sí lo fue Joaquín Sorolla, quien, siendo casi 24 años más joven que él, ha eclipsado el nombre de grandes artistas de la suya y otras generaciones orbitantes. Su empleo de colores como malvas, lilas o azules no casaban con la tendencia del momento. Fue «inclasificable» entre el Romanticismo y el Realismo. Ante este «mal conocimiento» de uno de los artistas valencianos más «sublimes» de la Historia del Arte, el Museo de Bellas Artes de València dedica la muestra antológica Antonio Muñoz Degraín. El paisaje de los sueños. La muestra reúne medio centenar de obras de la pinacoteca valenciana, el Museo de Málaga, el Museo del Prado y la Biblioteca Nacional. 

Estas definiciones las dieron este jueves los comisarios de la muestra, Pablo González Tornel -también director del Bellas Artes- y Ester Alba, además vicerrectora de Cultura de la Universitat de València. Les acompañó la directora general de Patrimonio, Pilar Tébar, experta en arte del siglo XIX.

La exposición, que se puede visitar hasta el próximo mes de octubre, luce además un «novedoso» montaje, pues los cuadros se disponen, además de sobre las paredes de la sala de exposiciones temporales, en muros oblicuos, con proyecciones de obras y música de compositores como Wagner para una casi experiencia inmersiva, salvando las distancias.

Retrato de Muñoz Degraín realizado por Sorolla.

Retrato de Muñoz Degraín realizado por Sorolla. / Daniel Tortajada

Donación de 59 cuadros

En total son 52 obras las que rinden homenaje a los 100 años de la muerte de Muñoz Degraín, «el anticlímax del Año Sorolla -en palabras de González Tornel- que lo copó todo en 2023». Esta muestra, señaló, «intenta recuperar el contexto de Joaquín Sorolla porque no todo era Joaquín Sorolla», dijo. Además, porque el Bellas Artes valenciano le debe mucho a Muñoz Degraín, pues está en el «génesis» del museo de la calle San Pío V. González Tornel recordó que el pintor donó en 1913 un total de 59 lienzos, que él mismo enmarcó y eligió su ubicación dentro del museo, cuando este se encontraba en el Centre del Carme.

La exposición se divide en seis secciones. En La imagen del pintor se muestra la imagen de Antonio Muñoz Degraín a través de los pinceles de artistas como Joaquín Sorolla; en Realidad en historia el Bellas Artes aborda la preocupación por el naturalismo y la necesidad de generar composiciones con las que competir en los grandes certámenes nacionales, en las que la pintura de historia ofrecía un éxito seguro. La tercera parte de la exhibición, Fantasías literarias, muestra la inspiración que grandes obras de la literatura como El Quijote u Otelo -de Shakespeare-produjeron en Muñoz Degraín. El recorrido continúa con Oriente como faro, con las visiones de Grecia y el Mediterráneo creadas a partir de la mirada posromántica y la inquietud viajera de Muñoz Degraín. En quinto lugar, El paisaje de lo sublime presenta el gran protagonismo que el color, la luz y la naturaleza tiene en las obras más características de Muñoz Degraín, en las que el paisaje se sublima y muestra su grandiosidad y, a veces, su aspecto «más terrible».

Las obras son de mediano y gran formato.

Las obras son de mediano y gran formato. / Daniel Tortajada.

Finalmente, Atmósfera y nocturnidad cierra la exposición con la modernidad de Muñoz Degraín desvelada en sus lienzos a través de su interés por la experimentación con la luz y el color. Junto a su luminismo simbolista -caracterizado por un cromatismo rosáceo y violáceo-, las escenas nocturnas bajo la plateada luz se convirtieron en un tema central.

Para Ester Alba, «estamos ante unas pinturas parlantes pues el pintor cuenta lo que quiere expresar». Las obras narran las «fantasías literarias, la influencia de El Quijote, de Rubén Darío, de lo operístico, de lo oriental, lo religioso». La comisaria invita al público a contemplar esos paisajes de Muñoz Degraín en las distancias cortas, para admirar «lo matérico» cómo trabajaba con la pintura, con espátula y las manos.

A cuatro manos

Pero no solo eran las manos de Muñoz Degraín las que dibujaban sobre el lienzo. Los comisarios explicaron que el pintor valenciano trabajaba «a cuatro manos» con Flora López Castrillo, aunque su firma se desdibujara del cuadro final, como solía ocurrir a la mayoría de mujeres artistas. La muestra, sin embargo, sí expone una marina firmada solo por ella.

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