Adeu a l’últim filantrop

 Obituario del empresario e impulsor de Bombas Gens José Luis Soler

Susana Lloret Segura y José Luis Soler Vila

Susana Lloret Segura y José Luis Soler Vila

Joan Carles Martí

Joan Carles Martí

 “Què diuen?” o “com està l’assumpte?” era lo primero que decía al verte, o cuando le telefoneabas. Siempre respondía a cualquier hora del día y desde el sitio del mundo que fuera, y si en ese momento estaba ocupado, se ponía para decirte bajito “ja et cride jo…”. José Luis Soler, empresario, filántropo, padre, marido y amigo indestructible de los suyos, nos dejó el viernes, justo cuando entraba el verano y a dos noches de la mágica de Sant Joan, que tanto celebraba. Aunque se fue yendo desde aquel fatídico 3 de enero de 2019, cuando volvía de ver un Villarreal-Real Madrid, y nada más llegar a su casa de València un ictus segó una de las vitalidades más profundas que he conocido.

Su bautismo en popularidad fue Bombas Gens, pero hacía lustros que José Luis hacía muchas cosas por amor a l’art. Una de sus mayores ilusiones se inauguró el 7 del 7 de 2017, después de un camino no exento de sudor y lágrimas, como cuando se levantó de la mesa del notario cuando el Arzobispado cambió las condiciones de la compra de un palacete en Ciutat Vella, que era la sede marcada para acoger su preciado fondo artístico. Pero siguió buscando y dio con el antiguo edificio construido por el arquitecto Cayetano Borso di Carminati en 1930, gracias a un reportaje sobre el patrimonio industrial publicado en Levante-EMV. Siempre recordaremos como llegó una noche tarde a cenar porque por fin había recogido las llaves de la antigua fábrica de Bombas Gens, y lo primero que hizo fue pasarse por Marxalenes para ver el “assumpte”. Y se encontró un panorama dantesco y familias enteras conviviendo con indigentes y drogodependientes. La gestión que hizo de aquello, en silencio y sin exposición pública, fue de matrícula de honor.

Nunca le gustó la notoriedad. Es más, el postureo le irritaba, ya fuera entre empresarios, banqueros, artistas, deportistas, políticos, médicos o periodistas, gremios con los que mantuvo una intensa relación y de la que fue seleccionando a los más especiales para sentarse en su mesa, donde la sobremesa era un regalo de pluralismo cívico mezclado con sabiduría popular. Él siempre era el que más escuchaba, preguntaba y luego resumía a la perfección una posición común que podían compartir el 99,9 % de mortales, sin que nadie renunciará a sus principios.

Era consciente que la luz que proyectaba el centro de arte eclipsaba otras iguales de importantes, como el apoyo a la investigación de la enfermedad de Wilson y otras enfermedades raras, y que luego con criterio su mujer Susana Lloret amplió a las personas con Daño Cerebral Adquirido; o el programa educativo y social para las familias más necesitadas del barrio de Bombas Gens. Un proyecto de altruismo que había empezado muchos años antes en La Safor, con el Centro de Acogida para personas enfermas y sin recursos en Palma de Gandia, que regentan los franciscanos. Siempre decía que la clave de su proyecto era el 'por qué': “porque los que tenemos la suerte de dar, tenemos también la responsabilidad de compartir”.

Desde Atzeneta d’Albaida demostró su capacidad de gran emprendedor. Junto con su socio y amigo, Jorge Úbeda, hicieron de aquella pequeña fábrica de motxos (fregonas) que fundaron sus padres, un gigante; primero de productos de higiene para el hogar y luego de artículos de belleza de calidad que comercializa Mercadona. De la Vall d’Albaida, donde el Grupo Ubesol mantiene las oficinas centrales, se dirige también el proyecto de expansión que la compañía realizó en las plantas de Ulldecona y Madrid.

Criado a los pies del Benicadell, mantenía siempre todo el calendario de actividad social y festiva del Atzeneta y Albaida, aunque estuviera en sus juveniles años bohemios en Madrid o en València, o luego ya asentado en Gandia, su segunda casa, donde desde El Zurdo impartía cátedra de pilota y vida. Pudo ser presidente del Valencia CF, su otra gran pasión, pero la responsabilidad por la economía productiva le alejó de la pirotecnia estéril del mundo del fútbol. Nunca se arrepintió, aunque hubiera sido el gran presidente que necesitaba Mestalla, porque aquella ilusión la positivó con éxito en la Fundació per Amor a l’Art, su gran legado.

“’Al més gran’”, dels teus amics els idiotes”.

Una de las leyendas de las muchas coronas de flores que ayer llenaban la parroquia de Atzeneta decía: “’Al més gran’”, dels teus amics els idiotes”. La magnitud de la generosidad siempre es modesta. “Soc jove i soc vell, geniüt i immortal / Astut, i què més? / I què més? I què més? I què més? / Soc immortal”, canta Jaume Sisa en su popular ‘La Nit de Sant Joan’ que tanto le gustaba cantar, noche de alegría en todo el Mediterráneo y en especial en su querida Eivissa. José Luis ja et trobem a faltar, bon viatge.

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