El “abrazo” de Rozalén en València: del llanto a la risa, y viceversa

La albaceteña presentó su sexto álbum, “El abrazo”, muy emocionada y sin escatimar halagos hacia València

Rozalén, ayer durante el concierto en València.

Rozalén, ayer durante el concierto en València. / Levante-EMV

Rozálen presentó su sexto álbum, “El abrazo” el viernes por la noche en la Marina de València, dentro del ciclo Nits Voramar, con la luna llena de testigo, la brisa de la mar y miles de personas disfrutando de sus canciones -las nuevas y las antiguas- llenas de sentimiento y compromiso.

Como ella mismo explicó, València es una de las primeras citas de su gira actual y este es su trabajo más personal, intimista y emotivo que fue desgranando poco a poco. La albaceteña orgullosa interpretó más de 20 canciones, en un potente show en la que la acompañó su banda de siempre, y donde pasó de la risa al llanto, y del rap a una jota o una seguidilla. Así es Rozalén.

“València es una de nuestras casas, donde hay mucha gente que queremos, mucha familia y amigos y una de las ciudades que primero nos abrió las puertas”, dijo, al tiempo que recordó que ya hace 12 años desde su primer disco. 

Tras una espera que impacientó a algunos, el concierto empezó desgranando su último trabajo, con canciones como “Lo tengo claro”, “Sácame la pena”, o “La cara amable del mundo”; dio paso a una emotiva parte central, con “Ceniza” o “Todo lo que amaste” con Rozalén guitarra en mano y a lágrima viva; para después volver a levantar el ánimo y hacer vibrar el público con “Vivir”, “Girasoles” o “Tres días en Cartagena”, en una recta final con aires latinos y marcada por la alegría. Un concierto que, como la cantante dijo, “es terapéutico”. 

Para sorpresa de todos, ya antes de la despedida, Rozalén bajó entre el público para cantar su conocida “Puerta Violeta” y decidió cerrar la fiesta con “Todo sigue igual”, el homenaje a sus amigas de siempre y el tema más electrónico de la artista de Letur que hizo saltar al público, de todas las edades, muy femenino y con algunos niños y niñas. Un ambiente de lo más cómodo y sano para disfrutar de la música.

La sorpresa final del concierto de Rozalén en València

Levante-EMV

"Amar la vida recordando los ausentes"

Durante las casi dos horas de espectáculo, María Rozalén hizo gala de buen humor, simpatía, ‘bonicor’ y ‘patriotismo’ alabaceteño; no olvidó reivindicar los abrazos ‘en estos tiempos hostiles’; llamó a ‘amar la vida’ recordando a ‘los ausentes’; y dejó ver su conciencia de clase agradeciendo y nombre uno a uno a una parte de los trabajadores que velaban porque el espectáculo fuera bien. También interpretó, la última canción, con un pañuelo palestino en el micrófono.

Un concierto de Rozalén es, como la vida, con sus partes tristes y alegres, pero un canto a seguir adelante, y así lo demostró, en la cita estival que inauguró el verano voramar en València, acompañada con una potente banda que lo dio todo sobre el escenario y siempre junto a la valenciana Beatriz Romero, intérprete de signos.

Para rematar, la noche ‘Flying free’ a todo trapo para despedirse del público. Lo sentimental y el compromiso no están reñidos con la fiesta para Rozalñen.

Pep Gimeno 'Botifarra', artista invitado

Como dijo Rozalén, la noche musical en la Marina la inició el ‘grandérrimo’ Pep Gimeno 'Botifarra', que cantó algunos temas de su último disco – “Ja ve l’aire”- y, cómo no, otros como la ‘Malaguenya de Barxeta’, siempre esperada pero a la que en esta ocasión cambió parte de la letra para reclamar ‘un mundo sin violencia’.

El mestre de Xàtiva fue interpretando dansaes, jotas y habaneras, y dedicó canciones a las personas que se juegan la vida en el Mediterráneo -recordó que los valencianos han sido y son migrantes- y también lanzó un grito por Palestina, lo que mereció una gran ovación.

Como suele hacer, el ‘Botifarra’ recorrió buena parte de las comarcas valencianas, entre canción y canción, echando mano de refranero y también de cierta socarronería y sarcasmo.

Homenajeó a las mujeres, las protagonistas de “Ja ve l’aire” e insistió en que el valenciano “es la lengua más bonita del mundo y hay que hablarla”.

Fue una buena antesala a Rozalén, aunque a propuestas como las de Pep Gimeno ‘Botifarra’ les sientan mejor otros escenarios, más cercanos al público.