OPINIÓN | VICENT SORIANO

La Reina de la Fira ya no adoptará un tío

«Damos un paso adelante, pero excesivamente corto, para ir normalizando aspectos que desde 1953 ensucian la igualdad (...) Falta que la idea se amplíe y se replantee la figura caduca de una Reina en una ciudad como Xàtiva: es garrulo, pasado de moda, obsoleto y ridículo»

La Reina de la Fira, junto a sus damas y acompañantes, en la la cloenda de 2019.

La Reina de la Fira, junto a sus damas y acompañantes, en la la cloenda de 2019. / Perales Iborra

Vicent Soriano

Agradecido y emocionado (que cantaría Lina Morgan) me quedo al enterarme de que las futuras Reinas de la Fira de Xàtiva no estarán obligadas a adoptar un tío que las acompañe para ser las máximas representantes de la celebración histórica y milenaria. Podrán elegir a su gusto, y eso, se quiera o no se quiera, el tiempo dirá si ha servido para algo o nos quedamos con las ganas de un cambio necesario.

No sabemos lo que pensaría Jaume I allá por el 1250 cuando otorgó a la ciudad el gran honor de celebrar feria anual por Sant Martí, y mercado los martes y jueves, pero lo que está claro, a mi modesto entender, es que damos un paso adelante, pero excesivamente corto, para ir normalizando aspectos que desde 1953 ensucian la igualdad y convierten a las mujeres en floreros vestidas de blanco hasta los pies, y a los hombres en objetos de decoración desde la pajarita hasta los zapatos lustrosos de charol.

Ya me dirán ustedes que gracia tiene nombrar Reina a una joven que el día de la presentación agradecerá (a mon pare i ma mare) como las falleras, el hecho de tener el honor de terminar hasta la mismísima de actos, paseos super autóctonos (como los coches de caballos por la Albereda), encender la mascletà de turno y tener un reservado en el concierto de El último de la Fira o entrar en el camerino de Raphael para que le firmen un autógrafo.

Y con ella las cuatro inseparables amigas de instituto o universidad, que a partir de ahora lucirán la medalla de la ciudad, colocado con gusto y esmero por la primera autoridad municipal. Un pasito detrás, los 5 chavalotes, que nunca se las habían visto tan gordas, luciendo palmito con orgullo de machotes guardaespaldas de las verdaderas protagonistas, que cuando la Fira baje sus persianas, volverán a la cotidianidad de sus vidas, y de vez en cuando miraran la pulcritud de sus vestidos blancos guardados en el armario de su memoria.

La figura de la Reina se inventó en 1953 para dar más glamour a la Fira, acompañada de los Juegos Florales que siempre ganaban los mismos, pero que servían para embellecer la Plaça de la Seu con luz, color, franquismo, besos en la mano y poemas que más vale no recordar en su gran mayoría.

Y de eso hace 70 años y con el 71 se pretende que los acompañantes sean lo que sean, como sean y lo que quieran ser. El admirado Toni Cucarella escribió en una ocasión en el desaparecido semanario de La Veu de Xàtiva que «me la bufa que la Reina de la Fira siga una dona, un home o un transexual…».

Pues eso, ahora solo falta que la idea de Maria Beltrán se amplíe y se replantee la figura caduca de una Reina en una ciudad como la capital de la Costera. Simplemente es garrulo, pasado de moda, obsoleto y ridículo. A aquel histórico referéndum que solo sirvió para eliminar las corridas de toros, ante el disgusto del también paleto Vicente Barrera, (señor conseller de cultura y vicepresidente del Consell) se le puede dar la vuelta y aunque se apueste por seguir con la figura monárquica (al menos con el nombre, que hasta eso tiene de rídiculo), se le puede lavar la cara, pasar por la peluquería y acortar el vestido de ellas y ponerles camisas sin pajarita a ellos. Y cuando alguien se decida a dar el paso y presentarse a la elección con un genero que no sea el original, entonces si que podremos hablar de un gesto cualitativo democrático y de igualdad. De momento recupero la frase de Cucarella y espero con ansia ver un conjunto de representantes de la Fira envueltas/os en una bandera LGTBI. Eso sí sería un verdadero cambio.

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