¿Y ahora qué? Caben gestos y rigor, pero no un giro radical

Hoy, 18 de julio, día lleno de significado, falta rigor y sobran sobreactuaciones al hablar de concordia y cuestiones sensibles

Carlos Mazón y Llanos Massó, el pasado viernes en las Corts.

Carlos Mazón y Llanos Massó, el pasado viernes en las Corts. / Jorge Gil/ E.Press

Alfons Garcia

Alfons Garcia

¿Y ahora, qué? Es la pregunta central después de romper Vox el acuerdo de gobierno valenciano con el PP. Para entender la situación no hay que perder de vista la aritmética local. Esto es, la Comunitat Valenciana es unos de esos territorios de pactos rotos en los que el PP no disfruta de una mayoría parlamentaria simple por sí solo. La izquierda suma más. Esto significa que no le vale la abstención de Vox para sacar adelante proyectos. Necesita su ‘sí’. Las consecuencias son obvias: por un lado, el PP de Carlos Mazón y Juanfran Pérez Llorca (su embajador en Corts) ha de ser más activo para seducir a los hasta hace una semana socios y, por otro, estos se saben más fuertes a la hora de hacer valer sus posiciones. No han tardado en hacerlo notar. Poco tiene que ver lo actual con la vida y los equilibrios del primer Botànic. Allí Podemos era un socio externo en virtud de un acuerdo que nunca se rompió. Aquí este se ha roto. Fin de la comparación.

De todos modos, animo a evitar desengaños. El programa del PP está más cerca del de Vox que del de los de socialistas o Compromís. Así que no esperaría un giro radical. Por necesidad aritmética y porque sería una declaración de incoherencia con estos doce meses.

No esperaría enmiendas (ni a la totalidad ni a la mitad de ella), pero confió en movimientos en posiciones que no encajan con la tradición del PP, como se demuestra en la línea (diferente) desarrollada en la Diputación de Valencia. Quiero decir que Mazón tiene una oportunidad para mover ficha con el Any Estellés, con el Pacto Valenciano contra la Violencia de Género, con la diversidad o con la colaboración con el mundo de la cultura, por ejemplo.

Hoy es 18 de julio, un día cargado de simbolismo. El propio Gobierno se ha encargado de remarcarlo con un acto en València de homenaje a víctimas del franquismo con presencia de dos ministros. Es obvio que en el trasfondo está la ley de Concordia, aprobada en las Corts en el capítulo final de la alianza PP-Vox. Aún no se ha publicado, pero descreo de suspicacias. Otra cosa será lo que pase en el futuro con ese texto. Si pasa de esa condición.

Mazón ha dicho en más de una ocasión que hubiera sacado adelante la ley sin Vox, pero no creo que hubiera sido así. En las autonomías donde el PP gobierna sin la necesidad de Vox no ha impulsado normas de esta naturaleza.

Hoy, día lleno de simbolismo, me conformo con esperar rigor y evitar la sobreactuación y las trampas. La demagogia es el aliviadero de las miserias políticas.

El jefe del Consell ha vuelto a insistir estos días en los argumentos de que el reconocimiento a las víctimas a partir de 1931 ya estaba en la ley de Memoria del Botànic y en que la iniciativa figuraba en el programa del PP. Y no.

Lo de 1931 es jugar a las verdades a medias. Lo que dice la ley de 2017 en su artículo 3 es que se entiende por memoria democrática valenciana «la salvaguarda, el conocimiento y la difusión de la historia de la lucha de los valencianos y las valencianas por sus derechos y libertades democráticas en el periodo que comprende desde la proclamación de la Segunda República Española el 14 de abril de 1931 hasta la entrada en vigor del Estatut d’Autonomia el 10 de julio de 1982».

Pero, como precisa en el preámbulo, «el periodo en que resulta necesario el reconocimiento y la reparación a las personas víctimas de las violaciones de derechos humanos es el que comprende desde la guerra civil y la dictadura franquista hasta la entrada en vigor de la Constitución de 1978». No es solo el espíritu el que es diferente. La literalidad es clara. Lo demás es retorcer la letra y no es necesario ya.

Y lo mismo con el programa. Repasadas dos veces las 230 páginas del documento con el que el PPCV concurrió a las elecciones de 2023, no hay referencia alguna a memoria histórica. Si existe en la bitácora del PP estatal es otra historia, pero el programa con el que Mazón ganó es el de mayo de 2023. El PP está en su derecho de promulgar la norma que considere, con o sin Vox, pero con la mayor limpieza posible.

La referencia última es extensiva a la izquierda. La tentación de apropiarse de temas es otro factor de polarización. Lo digo por la reacción del PSPV a la manifestación del comisionado del Consell contra la Violencia a la Mujer tras el primer feminicidio después de la ruptura de Vox.

Felipe del Baño se quitó frenos y habló sin tapujos de una «violencia machista» que causa muertes. La declaración es una enmienda a la línea desarrollada por el Consell los meses anteriores, en los que transitaba en la cuerda floja verbal para no molestar al socio ultra. Pero la reacción del PSPV fue pedir la destitución del cargo porque no fue lo bastante preciso sobre la competencia autonómica en protección de víctimas.

La buena letra, la buena voluntad y el rigor son canales necesarios para la concordia. Factores básicos para empezar. Así que no espero grandes sueños en esta nueva etapa, aunque hay margen: podríamos empezar por evitar la sobreexcitación y las trampas argumentales.

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