El Casal de la Pau socorre a exreclusos en riesgo de exclusión social o en fase terminal

La Asociación Domus Pacis, fundada en 1972, dispone de la residencia de la calle En Llopis, de otra para enfermos terminales y de tres pisos de tránsito para exreclusos

Trabajadores, voluntarios y usuarios de la Asociación Domus Pacis-Casal de la Pau.

Trabajadores, voluntarios y usuarios de la Asociación Domus Pacis-Casal de la Pau. / Germán Caballero

J.M. Bort

J.M. Bort

El Casal de la Pau ejerce una función social impagable en la ciudad de València, aunque su radio de acción es mucho más amplio que el estrictamente el del ‘cap i casal’. Fundado en 1972, asiste con la máxima dedicación a personas reclusas o exreclusas que están en riesgo de exclusión social. «Esa es nuestra labor principal, pero atendemos a cualquier persona en situación de vulnerabilidad social. Las puertas del Casal están siempre abiertas a personas que lo necesitan», explica Leonor Guzmán, directora de la la Asociación Domus Pacis-Casal de la Pau, que en su día nació con el fin de apoyar a personas jóvenes que después de haber pasado por reformatorios, ingresaban en centros penitenciarios como consecuencia de delitos relacionados con situaciones de pobreza extrema.

El Casal ofrece, de hecho, duchas, ropero y habitación para cualquier persona que lo necesite, como es el caso de quienes viven en el parque del Túria . 

Este proyecto cuenta con el impulso de la Fundación «la Caixa» a través de las Convocatorias de Proyectos Sociales. 

"Estamos para mejorar la empleabilidad de quienes vienen y al abandono del consumo de tóxicos».

En el Casal de la Pau, en la calle En Llopis, hay plazas para 24 personas. «Aquí está pensado para la gente que está en terceros grados, con permisos penitenciarios o primeros días de libertad. Estamos para mejorar la empleabilidad de quienes vienen y al abandono del consumo de tóxicos». 

Tres pisos de tránsito

Además, la asociación cuenta con la residencia de Carmelitas para quellos que sufren enfermedades graves o se encuentran en fase terminal. «Les proporcionamos estabilidad en la salud y el acompañamiento en las fases finales de la vida», afirma Leonor. El Casal dispone también de tres pisos de tránsito para personas que viven una fase más autónoma, «trabajan y se hacen cargo de parte de sus gastos». «Lo que pretendemos, en este caso, es que adquieran habilidad de convivencia doméstica y de empleo en un espacio más real». 

En el Casal de la Pau trabajan 23 profesionales, «pero contamos con un grupo de unos cien voluntarios que resulta fundamental para nuestro funcionamiento». «Nos financiamos con la búsqueda de distintas alternativas, como la del impulso de la Fundación «la Caixa», y con ayudas de la Generalitat, Instituciones Penintenciarias y fondos propios de donativos y cuotas de socios», apostilla la directora. nirectora.