El bar donde España perdió ayer: “Es un mena el que no bote”

Un grupo de jóvenes entonó cánticos racistas y perpetró destrozos en un bar regentado por un hombre de nacionalidad china donde seguían por televisión la final de la Eurocopa

“Es un mena el que no bote”: cánticos xenófobos en un bar de Valencia durante la final de la Eurocopa

Diario Información

Pablo González

Oyarzabal regalaba a toda España un momento de disfrute común mientras un grupo de jóvenes llevaba más de 86 minutos sin entender nada sobre lo que es disfrutar en común. Sin entender de límites ni de respeto. Lo hacían en el bar que regenta un hombre de nacionalidad china, el Bar Mojácar, ubicado en la calle Sagunto de Valencia.

Muy lejos de cualquier intención simpática, calentaban al dueño del bar con cánticos como “el chino es español” o “que bote el chino”. Lejos de lo simpático porque los coros traían consigo gestos de desprecio y toreos al pasar por su lado. Pero sobre todo por el colofón que trajo el primer gol: los cerca de quince colegas, de entre 18 y 30 años, rompiendo todos los platos que tenían sobre la mesa, lanzando las sillas y reventando los servilleteros. 

El dueño, con una paciencia y un respeto muy por encima del que podría manejar cualquier otra persona, les pidió que se mantuvieran relajados y que pagaran los platos. Un euro por pieza. Un par de ellos le pagaron, con actitud desafiante, estampando las monedas sobre la mesa. “El chino es español”, seguían coreando mientras éste recogía delante de ellos los destrozos con la escoba.

Uno a uno en el marcador. A uno de ellos le apetece salir a fumarse un cigarro y anuncia con energía que cuando entre de nuevo al local lo hará con “un cántico de los buenos”. España está a punto de ganar la Eurocopa en Berlín pero aquí, en la calle Sagunto, no hace más que perder. “Es un mena el que no bote, eh, eh”, entona cuando regresa, seguido por todo su grupillo. Lo repiten varias veces y le dan ritmo con un tambor.

Con el segundo gol, el dueño del bar no pudo aguantarse más. Llevaba 86 minutos pidiendo con calma que cesaran en su comportamiento. Ni siquiera hacía referencia a los cánticos, se limitaba a tratar de conseguir que no le desmontaran el local.

El 21 de la selección marcaba y estos chavales zarandeaban una pecera, de la que empezó a salirse el agua, volvieron a golpear las sillas y se subieron en las mesas. “Que bote el chino, que bote el chino”, cantaban mientras el hostelero les reclamaba, ya harto, que al menos se separaran de la pecera “porque valía mucho dinero”. “Que hacemos un ‘simpa’ eh”, le contestaba uno antes de amenazarle: “¡a que te la rompo!”. España gana una Eurocopa, pero pierde en muchas cosas.