Vox se habitúa a los episodios de crisis dirigidos desde Madrid

La formación digiere sin deserciones en la C. Valenciana el disgusto tras la ruptura del Consell con el PP impuesta por Abascal 

Es la tercera injerencia de la dirección nacional en un año, esta con consecuencias inesperadas

Flores, Abascal y Barrera, hace justo un año, en las Corts.

Flores, Abascal y Barrera, hace justo un año, en las Corts. / Rober Solsona/EP

Cuando se fusionan la política nacional y la autonómica, cuando entran en conflicto las estrategias a largo plazo de los partidos con la ‘realpolitik’ del día a día en los gobiernos, pueden emerger las contradicciones. Y ahí nacen las crisis. Es una máxima de la política que, en las últimas horas, Vox ha conocido en carne propia. La han conocido los cargos del partido de ultraderecha, los que hace un año se comprometieron con un proyecto y ahora tienen que reiniciar sus planes vitales. Pero también lo ha descubierto Santiago Abascal, que en las últimas horas ha visto un goteo de deserciones en Extremadura o Castilla y León, donde algunos consejeros han decidido no dimitir, contra el criterio impuesto este jueves.

Desde la crisis de ese día, medios conservadores hablan abiertamente del cuestionamiento interno de la estrategia de Abascal, con un coste personal para quienes había entrado a puestos de gestión, y cuya palabra ha quedado comprometida. En un año se ha pasado de considerar prioritario entrar en los gobiernos, movilizando cargos y buscando perfiles que apostaron por un proyecto, a sacar de un plumazo de las autonomías a decenas cargos y asesores.

Respeto a la decisión

En la Comunitat Valenciana, al menos públicamente, la organización se ha mantenido leal a la decisión de Abascal. Los referentes del partido se han alineado. El que fue candidato a la Generalitat y hoy diputado en Madrid, Carlos Flores, respaldaba la decisión: “Ligero de equipaje... como toca andar cuando se está en política”. El síndic en las Corts, José María Llanos, asumía el argumentario del partido, culpando a Núñez Feijóo de la decisión. Y Ana Vega, exportavoz y referente en Alicante, tuiteba una sola palabra: "Honor", acompañando unas testosterónicas declaraciones del líder de Vox en Castilla y León sobre el cumplimiento de las promesas hechas. Esa es la cara pública. Otra cosa son los ríos subterráneos, que emergen en canales internos de comunicación.

Quizá el más afectado ha sido el propio Vicente Barrera, ya exvicepresidente, como se vio en sus apariciones públicas. Ayer dejó un mensaje de despedida en el que evitaba entrar en la cuestión de la inmigración, detonante de la crisis. "Dar las gracias a Santiago Abascal, presidente de mi partido, y al presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, por su apoyo y confianza. Ha sido un año de lucha para cambiar las cosas y devolver la libertad a los ciudadanos de la C. Valenciana. Eternamente agradecido", escribió Barrera, que se despedía tambien de todo el personal de la conselleria.

Barrera y Mazón, el jueves, en su última conversación.

Barrera y Mazón, el jueves, en su última conversación. / Jorge Gil / EP

Digestión de la decisión

Lo cierto es que la decisión ha causado dolor. La sintonía en el Consell, más allá de algunas discrepancias, era buena. Política y personal. Bastaba ver las caras de los diputados este jueves en la sesión de control. El órdago de Abascal a Feijóo, que apuesta a futuro con el debate de la inmigración ilegal y ha tomado una posición intransigente, ha costado el puesto a una veintena de cargos valencianos de Vox. Es la suma de consellers y segundo y tercer escalón, cesados desde el viernes.

Tampoco es la primera vez que Vox se ve sacudido por decisiones ordenadas desde la sede nacional, o batallas entre familias en Madrid. Ocurrió hace un año, cuando Abascal sacrificó a Flores, su apuesta para la Generalitat, por la presión del PP, que puso su salida como condición para formar gobierno. La prioridad, hace un año, era entrar en el Consell, así que se buscó una salida para Flores en el Congreso.

Cambio en las Corts

A finales de este pasado 2023, el cambio fue en el grupo parlamentario. Ana Vega, síndica en las Corts, fue apartada del cargo desde Madrid y sin grandes explicaciones. Le sustituyó el actual portavoz, José María Llanos. Aquel movimiento se interpretó en el cambio de la correlación de poderes dentro del partido a nivel nacional, donde ascendía el valor de las acciones del sector ultracatólico que representa Jorge Buxadé e Ignacio de Hoces, frente al retroceso de Javier Ortega Smith, apeado de la secretaría general que ostentaba desde el surgimiento de Vox y que tenía a Ana Vega como persona de la máxima confianza. Habrá que ver si este último episodio genera nuevos conflictos y agrava las tensiones internas en una ultraderecha que da indicios de división.

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