La paradoja Massó, el ariete de los símbolos en las Corts

La presidenta de la cámara autonómica puede vivir una paradoja al ser el único cargo de Vox que se mantiene en su puesto pese a que accedió a él con el apoyo del PP tras el pacto de gobierno

La presidenta de las Corts, Llanos Massó, habla con Vicente Barrera en el pleno de este jueves.

La presidenta de las Corts, Llanos Massó, habla con Vicente Barrera en el pleno de este jueves. / Germán Caballero

Diego Aitor San José

Diego Aitor San José

La segunda máxima autoridad de la Comunitat Valenciana no es el vicepresidente de la Generalitat sino que la ostenta la Presidencia de las Corts, ocupada desde hace un año por Llanos Massó, de Vox, aupada con el apoyo del PP y cuya continuidad en el cargo es una incógnita tras la ruptura del gobierno de coalición. ¿Se incluye su puesto, de responsabilidad exclusivamente parlamentaria, en la dimisión en bloque del ejecutivo o se interpreta que su cargo es fruto del mismo pacto de gobierno firmado con los populares?

La pregunta deja en evidencia la paradoja en la que se enmarca la continuidad de Massó al frente de la cámara. Esta dependerá exclusivamente de su voluntad, de que ella (o la propia formación) considere que la voladura de los gobiernos autonómicos, entre ellos el valenciano, conlleva también que haya de dejar el cargo al que accedió con los votos del PP. 

Porque a diferencia de los miembros del Consell, donde es el president el que decide su destitución y nombramiento, o incluso el propio jefe del Ejecutivo valenciano, que queda a expensas de la mayoría del parlamento que siempre puede forzar una moción de censura, esto no ocurre con la máxima responsable de la cámara autonómica, cuya destitución no queda recogida en el reglamento. 

Así, según este, la presidencia de las Corts, como cualquier miembro de la Mesa, solo puede dejar su cargo por una renuncia expresa, por dejar de ser diputado o por salir de su grupo parlamentario. De hecho, en caso de dimitir como presidenta se debería celebrar una votación exclusiva para elegir a su sucesor que requeriría de mayoría absoluta, esto es, de un nuevo pacto entre PP y Vox, que se arriesgarían a perder el control de la Mesa.  

La salida de un presidente de las Corts tras un pacto de gobierno ya se vivió en la primera legislatura del Botànic cuando Francesc Colomer fue elegido para el cargo al inicio del mandato y tras formalizar el acuerdo con Compromís fue sustituido por Enric Morera. Otras fuentes recuerdan además el caso vivido al final de la pasada legislatura entre Cristina Cabedo y el grupo parlamentario de Unides Podem donde, pese al choque interno, la entonces secretaria de la Mesa continuó en el cargo. 

Lo máximo que podría hacer el PP al respecto es presionar con declaraciones públicas reclamando su salida, algo que de momento esquivan, prefiriendo el silencio. Así que, con la decisión en el tejado de los voxistas, en el debate interno estará también el papel que puede jugar Massó de continuar al frente de las Corts desde donde ha actuado como ariete dentro de la llamada batalla cultural, una posición reforzada en los voxistas al quedarse sin el altavoz del Consell. 

Sambori de polémicas

Porque aunque Massó no haya destacado por su perfil mediático ni por prodigarse en comparecencias, cada vez que lo ha hecho han saltado por los aires alguno de los consensos que se han ido cimentando en los últimos años en la cámara autonómica. Su año al frente de la institución es un sambori de polémicas, desde negar la autoridad a la Acadèmia Valenciana de la Llengua hasta no colgar la bandera LGTBI en el día del Orgullo pasando por su rechazo a la «violencia de género».

De hecho, en su primer mes en el cargo no posó con la pancarta oficial de la cámara en un minuto de silencio contra el asesinato de una mujer a manos de su pareja en Antella porque ponía «violencia machista». Esta división acabó desencadenando que ahora haya dos pancartas en las concentraciones. A ello se añade la eliminación del Premio Guillem Agulló, que participase en las protestas contra las sedes del PSPV o que esta misma semana llamara «imbéciles millonarios elitistas» por redes sociales a los futbolistas de la selección francesa por ir contra Marine Le Pen. 

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