El órdago de Abascal al PP fuerza el reinicio de la legislatura de Mazón

El president se ve forzado a emprender un periodo incierto con un gobierno en solitario tras la dimisión de los tres consellers de Vox

El jefe del Consell descarta el adelanto electoral a pesar de quedar en minoría

Barrera y Mazón, en la sesión de ayer

Barrera y Mazón, en la sesión de ayer / Jorge Gil / EP

José Luis García Nieves

José Luis García Nieves

Reinicio a la legislatura de Carlos Mazón. Hace justo un año, por estas mismas fechas, el jefe del Consell hacía cábalas sobre su primer equipo de gobierno, en vísperas de su toma de posesión como president de la Generalitat. Comenzaba un tiempo nuevo tras 8 años del Botànic, y se inauguraba una nueva era de alianzas en la derecha española entre PP y Vox. Hoy, menos de un año después, Mazón prepara su primera crisis de gobierno, forzada por la dimisión de los tres consellers de Vox, para afrontar el reto de gobernar en solitario y en minoría.

Santiago Abascal consumó ayer su amenaza al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y, con el pretexto del reparto de menores inmigrantes de Canarias (apenas 347 en un país de 47 millones de personas), ordenó la salida de su partido de los cinco gobiernos de coalición con el PP: el valenciano y también los de Extremadura, Aragón, Castilla y León y Murcia. El Consell fue sacrificado en el altar de la fragmentación política y de las dinámicas propias de la política nacional.

Cambios en el Consell

La primera consecuencia es que a Carlos Mazón se le abre un agujero en su gobierno que deberá llenar en los próximos días. El que dejan Vicente Barrera, vicepresidente primero y conseller de Cultura; la consellera de Justicia e Interior, Elisa Núñez; y el conseller de Agricultura, Ganadería y Pesca, José Luis Aguirre, que, salvo sorpresa, presentarán su dimisión en las próximas horas, porque, como han reiterado, obedecerán al líder. 

El anuncio de Santiago Abascal, ya entrada la noche, se vio rodeado de toda solemnidad: «Esta es una de las decisiones más importantes de nuestra historia política», señalaba Abascal, rodeado con de sus dirigentes nacionales y de los vicepresidentes de Vox en las autonomías, entre ellos Vicente Barrera, con rostro serio.

Tras un breve preámbulo, Abascal concretó que con efectos inmediatos el Comité Ejecutivo Nacional de Vox acuerda retirar el apoyo parlamentario a los gobiernos autonómicos en los que participaba hasta ayer; que los vicepresidentes de Vox dimitirán y que Vox pasará a la oposición, «tan leal como contundente a los pactos cada vez más habituales entre Sánchez y Feijóo», concluyó.

Ceses en el DOGV con nocturnidad

La cuestión, ahora, es cómo se aborda esta crisis. Anoche mismo, el Diari Oficial publicó de manera extraordinaria el cese tanto del ya exvicepresdente Vicente Barrera como de los consellers Elisa Núñez y José Luis Aguirre. Con ellos también se marcha el personal de confianza. Para esta mañana se ha convocado a primera hora un pleno del Consell extraordinario.

Barrera, a la derecha, durante la comparecencia de Abascal

Barrera, a la derecha, durante la comparecencia de Abascal / Levante-EMV

La única certeza es que el adelanto electoral está descartado. Mazón gobernará en minoría el resto de legislatura, sea cual sea su duración, pero sin convocar a las urnas fruto de esta crisis. La profundidad de la remodelación también es una incógnita. La lógica diría que posiblemente disminuya el número de conselleries, en línea con la política de reducción de estructura político-administrativa mantenida hasta ahora, lo que reduciría el número de nuevas incorporaciones.  

El anuncio de Abascal ponía fin a una jornada que pasará a la historia, y que comenzaba con los dirigentes de PP y Vox exhibiendo su complicidad en la cámara autonómica. La sensación en las últimas horas tanto en el Consell como en los grupos parlamentarios de los dos socios de gobierno era de absoluta incomprensión, de crisis gratuita.

No ha sido una fractura al uso, de las que van precedidas de capítulos de reproches, desautorizaciones y deslealtades. Esta ha sido una ruptura impuesta, teledirigida desde Madrid, dentro de la estrategia nacional de un partido, el de Santiago Abascal, que ha decidido abandonar la institucionalidad para recuperar su pedigrí como fuerza antisistema-dentro-del-sistema y crítica ante un PP contemporizador con Pedro Sánchez. 

Ese ha sido el relato de una crisis institucional en la que también operan otros factores fuera de campo, como la emergencia de la formación ultra de Alvise Pérez, que estaba reduciendo el campo de juego -y el electoral, como se vio en las pasadas europeas-; o la búsqueda de mayor protagonismo en la nueva escena europea, tras la reordenación de las alianzas entre los partidos ultras y con Vox cambiando de familia política. En ese camino, la decisión de Santiago Abascal se lleva por delante varios gobiernos y muchos cargos.

Resistencia de Barrera

Todos esos factores externos alimentan una decisión que los dirigentes de Vox en la C. Valenciana han dejado claro que solo acatan por disciplina de partido. Algunas fuentes, de hecho, señalaban a Barrera como uno de los dirigentes que más resistencia habrían opuesto anoche a la decisión de Santiago Abascal.

 Lo que está claro es que los afectos siguen intactos. Ayer mismo, la sesión de control al Consell volvió a evidenciar la complicidad entre los socios, además de aprobar la iniciativa conjunta más polémica de este año escaso de coalición: la ley de Concordia, que deroga la de Memoria Democrática del Botànic. Vista la intensidad de los abrazos, especialmente entre Carlos Mazón y su vicepresidente Vicente Barrera, ese puente sigue perfectamente transitable. 

Puentes intactos

De hecho, a pesar de las tensiones que han generado los posicionamientos ideológicos de Vox, la relación entre los dos socios de gobierno se ha mantenido en todo momento en el territorio de la confianza. En este menos de un año, han sido contadas los choques. Apenas algunas discrepancias tras pasadas de frenada dialécticas de los consellers voxistas, corregidas por el president, que sin embargo ha asumido como propias las grandes reivindicaciones políticas de Vox, como la citada ley de Concordia, a pesar de no estar en su programa electoral.

Para remontarse a otra coalición conservadora en la C. Valenciana hay que viajar casi tres décadas. Entonces el aliado necesario para el PP de Eduardo Zaplana fue la Unión Valenciana de Lizondo. Eran otros tiempos y otras coordenadas. UV tenía consellerias similares, como Agricultura o Medio Ambiente. Y el PP también acabó gobernando en solitario, pero no por ruptura, sino por la absorción del electorado y de sus cargos de referencia. Es un escenario que estaba en la cabeza de más de un dirigente popular al inicio de la legislatura, un mandato que ayer tuvo un nuevo reinicio.

El rostro serio de Barrera y el retraso de la comparecencia

Desde el pasado lunes los dirigentes de Vox, con Santiago Abascal a la cabeza, avisaban al PP que darían por rotos los gobiernos autonómicos si el PP pactaba con el PSOE el reparto entre autonomías de los menores migrantes que llegan a Canarias y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. De ahí que se convocara de forma urgente y extraordinaria para las 18.30 horas de ayer el Comité Ejecutivo Nacional y una comparecencia prevista a las 20 horas para explicar finalmente, la ruptura de los pactos con el PP. El retraso en la comparecencia de Abascal confirmaba el intenso debate e, incluso, parecía presagiar un cambio en la decisión tomada por el líder de Vox. Aunque las advertencias lanzadas desde el lunes se cumplieron y Vox anunció que pasaba «a la oposición». Un anuncio al que asistían Vicente Barrera y Llanos Massó. El aún vicepresidente con rostro muy serio y cariacontecido, en primera línea junto a otros vicepresidentes de Vox. Y en tercera fila Massó, con una semisonrisa que le acompañó en casi toda la comparecencia.