Entrevista | Jaime Jesús Pérez Presidente de la Asociación Española de Vacunología

"La tosferina no es alarmante en España, aunque el 90 % de los bebés fallecidos no estaban vacunados"

La Asociación Española de Vacunología ha celebrado en València su congreso anual en el que se ha reflexionado sobre los principales avances del sector

Su presidente señala la "joya de la corona" de la Comunitat Valenciana: el centro de investigación Fisabio

Jaime Jesús Pérez, presidente de la Asociación Española de Vacunología.

Jaime Jesús Pérez, presidente de la Asociación Española de Vacunología. / L-EMV

Lluís Pérez

Lluís Pérez

El calendario vacunal español fue uno de los pocos que introdujo la inmunización contra el virus respiratorio sincitial durante la temporada 2023-024. ¿El resultado? "Estimamos que se han evitado cerca de 10.000 hospitalizaciones", asegura el presidente de la Asociación Española de Vacunología (AEV), Jaime Jesús Pérez Martón. Este dato es uno más de la efectividad de la vacunación, tras el hito conseguido frente al coronavirus.

Este nuevo éxito ha sido uno de los temas de debate de la séptima edición del Foro de Salud Pública y Vacunas Forovax Valencia 2024, organizado por AEV con el aval de la conselleria de Sanidad que ha reunido a expertos y responsables de salud pública de varias autonomías. El espacio ha abordado en sus dos jornadas asuntos diversos relacionados con la sostenibilidad, la tosferina -un asunto candente en los últimos meses- o la inclusión de aspectos sociales en los planes de vacunación.

¿Por qué València?

La Comunitat Valenciana destaca, especialmente, por haber tenido visión y contar con un sistema de información, Abucasis, que integra, desde hace décadas, la vacunación dentro de la historia clínica del paciente. Esto permite tener datos para la investigación y para evaluar los programas de vacunación y mejorarlos en el futuro.

Otro aspecto importante es el trabajo en relación con los indicadores sociales. En esta comunidad se está desarrollando y es una cuestión en la que tenemos que converger. Se ha intentado en el pasado, pero no se ha conseguido. Y, por último, una de las joyas de la corona es Fisabio, uno de los centros de referencia internacional en la investigación de vacunas. Su trabajo es envidiable.

¿En qué consiste?

Es una clasificación que divide a la población en función de su nivel socioeconómico y la privación social. En Reino Unido, por ejemplo, tienen cinco niveles desde el más alto al más bajo. Uno sencillo de introducir es el del país de procedencia; se ha detectado que la población migrante suele tener una cobertura más baja. Si tuviéramos estos indicadores podríamos ver si la población está inmunizada contra una u otra enfermedad o no o si la vacunación se ve influida o no por su procedencia.

Una de las alertas del último año es la tosferina por el fallecimiento de un bebé en España. ¿Cuál es la situación?

Afortunadamente, en España, hay muchos casos, pero no llega a ser preocupante como en Italia. Eso se debe a que tenemos una cobertura muy buena en las mujeres embarazadas, cercana al 80 %, aunque lo ideal sería llegar al 100 %. Lo que sí me gustaría señalar es que más del 90 % de los casos de decesos fue en hijos de mujeres que no se vacunaron cuando estaban embarazadas. Esta enfermedad tiene picos cada cinco años, pero no es fácil de controlar porque estando vacunados nos podemos infectar y transmitir la enfermedad.

La cobertura suele ser buena en nuestro país.

Sí. Somos un país con índices altos, aunque hay que mejorarlos en la población adulta. No es una cuestión singular de España, sino de la Península Ibérica. En Portugal, son incluso más altos. Son envidiables para la mayoría de la Unión Europea.

La población adulta es la que menos se vacuna contra la gripe. ¿Qué se puede hacer para mejorar los índices?

En principio, las indicaciones de vacunación se basan en el riesgo de sufrir una enfermedad grave o no. Prima el balance riesgo-beneficio. Afortunadamente, en edades medias, las posibilidades de una enfermedad grave por la gripe son muy bajas, no descartables, pero sí muy bajas. Desde el sistema sanitario, se procura proteger a la población con mayor riesgo; suelen ser los mayores de 60 años.

Aun así, durante la pandemia, hubo mucho negacionista. ¿Qué les diría?

El mensaje es claro. Las vacunas son ciencia; no es una cuestión de creencia. El riego por no vacunarnos es como fumar o no comer sano. Pero hay muestras fehacientes a lo largo de la historia del control de enfermedades gracias a la vacunación. Hay decenas de ejemplos. El covid es la última, pero también se consiguió con la polio. Cuando se sufre una enfermedad en carne propia, es muy complicado negarse a la prevención de las vacunas.

Durante la pandemia, se compró vacunas en exceso. A finales del 2022, España acumulaba 44 millones de dosis. ¿Se adquieren de más?

No, en general. La covid fue un caso excepcional. La mayoría de comunidades intentan comprar en función de la demanda. Sí que es cierto que hay algunas vacunas estacionales que sufren variaciones de la demanda respecto a años anteriores.

¿La sostenibilidad es un asunto pendiente?

Sí, pero no solo en el ámbito de una compra más ajustada, que se da habitualmente; también en introducir variables medioambientales. Por ejemplo, conseguir embalajes reciclables, con volúmenes de menor espacio.

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