El cambio climático amenaza el patrimonio histórico valenciano

Fenómenos extremos como las lluvias torrenciales y los episodios de calor intenso aumentan la vulnerabilidad de monumentos históricos como la Llotja o la Catedral de València

Un proyecto del Instituto Geológico y Minero de España busca aumentar la resiliencia estructural del patrimonio cultural ante las consecuencias del calentamiento global

Gárgola de piedra caliza de la Llotja de València, monumento gótico valenciano que está decladado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Gárgola de piedra caliza de la Llotja de València, monumento gótico valenciano que está decladado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. / Levante-EMV

R. M. Coll

Los fenómenos extremos cada vez más frecuentes en el litoral mediterráneo con el cambio climático, como las lluvias torrenciales y los episodios de calor intenso, son una amenaza para el patrimonio histórico al hacer más vulnerables las construcciones de piedra con siglos de historia a sus espaldas. Así lo estudia desde hace tres años un proyecto de investigación liderado por el Instituto Geológico y Minero de España (IGME) y financiado por el ministerio de Ciencia e Innovación que dirige la valenciana Diana Morant.

El IGME, centro estatal integrado en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha bautizado a este proyecto con el nombre de Rescuhe, siglas en inglés de Resiliencia de la herencia cultural y su objetivo es la mejora de la resiliencia estructural del patrimonio cultural ante eventos hidrogeológicos direccionales extremos en el marco del cambio climático.

Las rocas, a pesar de su aspecto duro y resistente pueden llegar a ser muy sensibles a determinados procesos ambientales, por ello en este proyecto se evalúan los parámetros climáticos que condicionan su durabilidad, prestando especial atención a un aspecto novedoso: la dirección que tienen en su entorno agentes erosivos como el viento o la lluvia, dado que las precipitaciones torrenciales suelen llegar desde una dirección preferente según cada región.

Vulnerabilidad actual y futura de los monumentos

En concreto, Rescuhe analiza la vulnerabilidad actual y futura de los monumentos históricos ante eventos hidrometeorológicos extremos, como inundaciones, vientos, lluvia dirigida e insolación prolongada, analizando la direccionalidad, frecuencia e intensidad de estos procesos que son potencialmente muy agresivos para la conservación del patrimonio. El objetivo de la caracterización de estos fenómenos es ofrecer un criterio científico para el diseño de barreras físicas de apantallamiento, naturales o artificiales, que puedan proteger los monumentos.

Detalle de una de las gárgolas de la Llotja de València

Detalle de una de las gárgolas de la Llotja de València / Levante-EMV

"El cambio climático está incrementando la frecuencia e intensidad de eventos hidrometeorológicos extremos, por lo que están aumentando las amenazas para el patrimonio", señala Javier Martínez, responsable del Rescuhe en el IGME, un proyecto que se desarrolla en colaboración con la Universidad de Autónoma de Madrid (UAM) y otras entidades. Debido a los fenómenos extremos que genera el calentamiento global, gran parte del patrimonio artístico va a estar expuesto a mayores riesgos de deterioro, que variará de un punto geográfico de España a otro, lo que hace fundamental esta investigación que estudia los factores de vulnerabilidad litológica de los materiales pétreos ante el cambio climático.

Riesgo por heladas

El equipo de Rescuhe centra su estudio en tres tipos de efectos adversos del cambio climático que pueden alterar la resistencia de las rocas de los monumentos históricos. Uno de ellos es el hielo, muy dañino porque puede cristalizar en grietas y fisuras de las rocas, ejerciendo el llamado ‘efecto cuña’ o crioclastia. Los modelos climáticos con los que trabaja el IGME indican que los días de riesgo de daño por heladas están disminuyendo en gran parte del país, pero aumentarán en ciudades Patrimonio de la Humanidad como León, Salamanca o Granada, y en ciudades con patrimonio muy valioso, como la Seu de Urgell o Pamplona.

La Lonja de Seda, convertida en escaparate de bicicletas

El peligro de la oscilación térmica

Otra variable que analiza Rescuhe es cómo afectan las altas temperaturas a los monumentos. Las oscilaciones térmicas de alto rango (con diferencias de más de 20 °C entre la temperatura máxima y mínima diaria) pueden ser muy perjudiciales para los materiales de construcciones históricas, sobre todo si están en contacto con metales o contienen sales en su sistema poroso. En este sentido, alerta de que las ciudades Patrimonio de la Humanidad con un patrimonio monumental significativo que van a ver incrementado este número de días de alta oscilación térmica son Girona, León, Cuenca, Jaca, Granada, Sevilla, Pamplona, Salamanca, Soria, València y Zamora.

Las lluvias torrenciales son muy agresivas

El tercer impacto motivo de estudio es el de las lluvias torrenciales, acompañadas de viento, que son un agente potencialmente muy agresivo. Estos temporales se podrán intensificaren las provincias más áridas del sureste peninsular como Alicante, Murcia y Almería, y también en ciudades del litoral mediterráneo como València. La parte climatológica del proyecto, aportada por la Universidad de Valladolid (UVA), analiza series climáticas de 60 estaciones meteorológicas distribuidas por todo el país para monitorizar diferentes parámetros.

Una de las cuestiones más complejas a cubrir es cómo medir el impacto en el patrimonio artístico, dado que el deterioro y erosión sobre las rocas suele ser de menos de un milímetro al año y hay que comprobarlo ‘in situ’ en los monumentos. Para obtener datos fiables, el personal del IGME ha instalado seis estaciones de exposición directa en cuyo interior se han colocado rocas expuestas a diferentes orientaciones. Después, miden con una tecnología novedosa basada en un micro-TAC cómo le impacta la exposición al cabo de un año.

La caliza porosa es muy vulnerable

"Sabemos que se superpondrán dos procesos: uno es la alteración, que debilita las rocas, y otro la erosión, que genera la pérdida de volumen de los materiales. En España tenemos mucho patrimonio construido con caliza porosa, que es muy vulnerable a las agresiones ambientales. En el sur y el sureste, con la radiación solar en verano, las superficies de las rocas llegan a alcanzar hasta los 60 ºC de temperatura, pero más dañinos son otros factores como es el viento o las llamadas DANAS para su preservación", señala Martínez.

Puerta de San Gabriel de la ciudadela fortificada de Nueva Tabarca.

Puerta de San Gabriel de la ciudadela fortificada de Nueva Tabarca. / M. Falcó

La gran mayoría de monumentos valencianos están hechos de piedra caliza, como es el caso de la Llotja y la Catedral de València, y uno de los cinco casos prácticos que aborda Rescuhe es el de la ciudadela de Nueva Tabarca, una fortificación levantada durante el reinado de Carlos III (siglo XVIII) y que es uno de los escasos ejemplos de arquitectura militar costera que aún perviven en el litoral español. El material constructivo de esta fortificación es la calcarenita, un tipo de caliza constituida por una aglomeración de fósiles o fragmentos de los mismos, de tamaño inferior a 2 mm, que tiene una elevada porosidad (aproximadamente una cuarta parte de su volumen son huecos) y una dureza media-baja, lo cual hace que sea muy susceptible a la erosión.

Detalle de los capiteles de la portada románica de la Catedral de València

Detalle de los capiteles de la portada románica de la Catedral de València / Miguel Angel Montesinos

Uno de los lugares donde los investigadores de Rescuhe han podido comprobar el deterioro asociado al clima es la Torre de Cerrillos del siglo XVIII, situada en la costa almeriense entre Roquetas del Mar y El Ejido, en una zona de marismas, donde pudieron analizar el sistema de amenazas climáticas más importantes que han provocado su deterioro.

Panorámica de las murallas de Nova Tabarca, construidas durante el reinado de Carlos III.

Panorámica de las murallas de Nova Tabarca, construidas durante el reinado de Carlos III. / M. Falcó

El lado positivo es que, si se llega a conocer la dirección preferente en la que actúan los procesos más agresivos sobre los elementos más valiosos del patrimonio, se podrán diseñar sistemas de protección preventiva, especialmente en las zonas que son más vulnerables. "Incluso se podrían tener protecciones que se activarán únicamente frente alertas meteorológicas importantes", señala el responsable de Rescuhe. En el caso de la mencionada torre histórica, la solución más sencilla para su conservación preventiva sería, según sus conclusiones: plantar un conjunto de palmeras en determinadas posiciones que actuaran como una barrera natural y frenaran el viento, la radiación solar y la lluvia dirigida.

Suscríbete para seguir leyendo