El ariete de Sánchez se agiganta

Dos años después de su nombramiento, la delegada del Gobierno Pilar Bernabé se ha convertido en dique del Ejecutivo frente a PP y Vox y en uno de los referentes del PSPV posterior a Puig

La delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, junto al ministro Marlaska en el Día del Orgullo en València

La delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, junto al ministro Marlaska en el Día del Orgullo en València / Fernando Bustamante

José Luis García Nieves

José Luis García Nieves

“Esta semana, mañana y todos los días la Delegación del Gobierno es y será un lugar seguro para las personas LGTBI. No vamos a permitir que los discursos del odio silencien e invisibilicen la lucha LGTBI”. Este jueves, la delegada del Gobierno volvía a salir a la trinchera. En medio de la escandalera política en torno al Orgullo LGTBI+ este año, el primero de PP y Vox en las principales instituciones valencianas, Pilar Bernabé se ha convertido en uno de los referentes del socialismo valenciano. Con la alcaldesa de Valencia en el punto de mira estatal por unas declaraciones, el Palacio del Temple, sede de la delegación, acaparó la atención este jueves, con conexiones en directo de dos televisiones nacionales, para sorpresa y alegría en la sede del PSPV.

En realidad, desde su nombramiento como delegada del Gobierno, del que este viernes se han cumplido dos años, su perfil político no ha dejado de crecer. Hoy es el cargo socialista de mayor visibilidad en la C. Valenciana por detrás de la ministra y secretaria general, Diana Morant. No solo por el puesto institucional que ocupa, el de mayor rango entre el socialismo valenciano, sino por el perfil político que ha dado al cargo, misión con la que llegó hace dos años a un puesto “políticamante desaprovechado”, reconocen en el partido.

Nacida en Patraix (València) en 1979, Bernabé es socialista desde la juventud, aunque no recorrió el camino habitual de otros dirigentes del partido, desde Joves Socialistes. En su trayectoria, ocupa un lugar esencial su hermano, el también exdelegado del Gobierno y alto cargo en los gobiernos de Zapatero, Toni Bernabé, quien hizo de cicerone. Adscrita a la genealogía familiar lermista (comenzó a ocupar puestos de responsabilidad en tiempos de Joan Ignasi Pla, en 2006), pronto llamó la atención en el partido por su capacidad organizativa. Ha sido asesora de la mesa en las Corts Valencianes, asesora municipal, jefa de gabinete de la vicealcaldesa Sandra Gómez y concejala en la capital con una macroárea económica y social.

Obviamente, ha sido el cambio de gobierno en la Generalitat lo que le ha proporcionado mayor visibilidad. El cargo de delegado puede ser el de simple intermediario, un palacete al que ir a firmar documentos y a tener reuniones de seguridad, o darle un perfil político. A ella, el carácter y las circunstancias la han situado en la segunda categoría.

Ante la ausencia a menudo de Morant, que compagina su cargo con el de ministra, Bernabé se ha convertido en la voz que ejerce en el día a día de contrapeso del Consell de Carlos Mazón. Le ha tocado defender la gestión del Gobierno en un momento de intensa polarización. “Muro de contención”; “no rehúye ningún debate”; “no le ha importado partirse la cara por Pedro”, dicen de ella tres conocidos.

Con el cambio de gobierno en la Generalitat y la política de confrontación entre PP y Vox y Moncloa, su rol pasó de antena de conexión con Madrid a, además, protagonizar una intensa defensa de la gestión del Gobierno. El 9 de agosto pasado, tras un inicio de mandato autonómico en que se cuestionó el compromiso estatal con el corredor mediterráneo, ella convocó a “todo Adif” en Villena para combatir los “bulos”. “Los datos avalan la gestión”, suele decir, sobre cuestiones como la gestión hídrica o las inversiones en Alicante.

Pilar Bernabé y Diana Morant

Pilar Bernabé y Diana Morant / EP

No todo son parabienes dentro del partido, como es lógico. También ha pisado algún callo. Su nombramiento como delegada (por consejo de Ximo Puig) no sentó bien las filas del abalismo, ya que venía a ocupar la plaza que primero Juan Carlos Fulgencio y luego Gloria Calero, ambos de la cuerda del exministro, habían desempeñado en los últimos años, en paralelo al estrellato de José Luis Ábalos en el planeta Sánchez. En paralelo, en el último proceso interno, tampoco sentaron bien en Alicante sus referencias a los “señores de la guerra”, en alusión al entonces candidato a liderar el partido, Alejandro Soler.

¿Regreso al ayuntamiento?

No obstante, hoy pocos en el partido dudan de que, salvo giro inesperado de los acontecimientos, será la próxima candidata del PSPV a la alcaldía de Valencia. El contacto estrecho con Morant (ha sido una de sus apoyos en el proceso interno y ocupa un cargo estratégico en la dirección, el área Institucional), sumado a la “confianza” de Pedro Sánchez (ha sido de los pocos delegados que ha renovado en el cargo) y el foco mediático ganado, la predisponen al cartel electoral de 2027. “La prensa se ha acostumbrado a que Pilar dice cosas”, añaden las fuentes citadas. Todo ello juega a su favor, así como su perfil político, ‘hiperactiva’ y con ‘horror vacui’ cuando ve un hueco libre en la agenda. Comenzó en el área de organización del partido, sabe de qué va eso de movilizar gente, señala otra dirigente. La avalan también sus contactos con el tejido social de la ciudad: las entidades deportivas, las asociaciones de mayores y el mundo de las fallas, con el que es el enlace oficioso, un puesto estratégico en los partidos de izquierda.

Curiosamente, antes de casi todo, Pedro Sánchez comió en su falla (Fray J. Rodríguez – Pintor Cortina). Era 2016 y Sánchez era solo el secretario general. Ocho años después, ella cuenta con la confianza total de Moncloa. Y cuenta con buena entrada en Madrid, con interlocución en los ministerios, un entramado político-administrativo donde es complicado ubicarse.

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