Los expertos piden una intensa reforma sanitaria tras el impacto de la pandemia

«Hemos tomado conciencia de que un buen sistema sanitario es esencial para la salud y la economía de un país», señala Peiró

La afectada de covid persistente Marina Ibáñez, en Xirivella.  LOYOLA PÉREZ DE VILLEGAS

La afectada de covid persistente Marina Ibáñez, en Xirivella. LOYOLA PÉREZ DE VILLEGAS / Elena Martínez

Hace ahora tres años, y mientras los falleros se lamían las heridas de quedarse sin celebración, lo que se venía encima cobraba dimensión y enterraba dudas: estado de alarma y confinamiento domiciliario. Las medidas nunca se habían tomado pero tampoco el mundo se había enfrentado a una pandemia desde hacía 100 años. Esta vez no era la gripe (mal llamada española) sino un nuevo virus que amenazaba vidas, hacía quebrar economías y ponía a prueba a todo el sistema y a todos.

El mantra de aquellos primeros días fue «saldremos mejores». Tres años después, expertos directamente implicados en la pandemia pasan revista a aquella afirmación: ha habido lecciones aprendidas pero quedan deberes por hacer. Las últimas cifras de ayer siguen dejando nuevos casos (623) y hospitalizaciones, once en la UCI, y 11 fallecidos más con respecto a la semana anterior. Datos que alertan de incertidumbres sin respuesta y algunas certezas.

Salvador Peiró es especialista en Salud Pública e investigador en Fisabio y formó parte del cuadro de expertos que asesoró al Consell durante la pandemia. Para él, la llegada del SARS-CoV-2 fue un golpe de realidad ya que el sistema no estaba preparado a muchos niveles.

«No teníamos reservas de equipamientos básicos (mascarillas, EPIs, respiradores, …) ni planes de contingencia para emergencias tipo epidemia respiratoria global». Tres años después, para Peiró la covid ha servido indudablemente como «experiencia en el abordaje de crisis epidémicas graves», para mejorar «y mucho en reservas estratégicas de equipamientos básicos» y para conseguir que se evalúen de emergencia «vacunas y medicamentos conservando la seguridad» pero sobre todo para tomar «conciencia de que un buen sistema sanitario y de salud pública es esencial para la protección de la salud (y también de la economía y prosperidad) de un país».

Aún así, para el experto aún queda por hacer mucho: «reformas en salud pública como la agencia estatal o los sistemas de vigilancia epidemiológica; reformas en las áreas de fractura mostradas por la pandemia como atención primaria, salud mental, atención socio-sanitaria... y tomar nuevos enfoques para amenazas de salud pública como el cambio climático o las resistencias bacterianas».

Iñaki Comas es biólogo e investigador del Instituto de Biomedicina de Valencia, dependiente del CSIC, y le siguió la pista a cómo entró el coronavirus a España por medio de técnicas de epidemiología genómica. Comas destaca el uso de la secuenciación genómica «como herramienta fundamental de control» en la pandemia «y no solo la secuencia del virus que infecta a un individuo sino la vigilancia genómica en aguas».

«El poder evaluar el impacto de una variante en la transmisión, severidad o vacunas casi en tiempo real ha hecho que podamos tomar decisiones en salud pública en tiempo real. Esto solo hace cinco años era inimaginable, aunque se conocía el potencial», explica Comas.

De hecho, para el biólogo gracias a esta vigilancia implementada con la covid, y mejorada con la genómica, se ha podido hacer un buen trabajo ahora con brotes como el de la viruela del mono o la gripe aviar.

Aprender la dimensión social

De entre las lecciones aprendidas, Comas incluye la «dimensión social de las enfermedades», tomar conciencia de que «todos nos podemos contagiar pero no todos nos podemos proteger por igual. En una pandemia debemos proteger a los más vulnerables y los países que lo han entendido han salido mejor» y, «por supuesto las vacunas».

Para el biólogo el avance de las vacunas ha sido en dos frentes, por una parte que el desarrollo ha sido «a una velocidad nunca vista antes , y en eso tiene mucho que ver la tecnología de ARNm»; y por otra que «se han buscado maneras de solapar fases y acelerar sin comprometer la seguridad ni la fiabilidad de los resultados». Pero eso sí, la vacuna es importante pero no es nada «sin vacunación».

De manera global, para Comas «hemos aprendido algo que sabíamos, que es la confianza de la sociedad en la ciencia y en la salud pública, con una campaña de vacunación ejemplar y la conciencia del uso de la mascarilla si tienes síntomas de cualquier enfermedad respiratoria». Comas pone, sin embargo, en la columna del debe el que «no se ha avanzado en la implantación de medidas para mejorar la calidad del aire en espacio cerrados aunque sabemos que una buena ventilación o la renovación de aire reduce mucho la concentración de virus en el aire». En este pila de «cosas por hacer», Comas incluye la desigualdad que hay entre países del norte y del sur y cómo «no ha habido mecanismos que hayan permitido el acceso equitativo y justo del Sur Global a vacunas con los países ricos acaparando dosis que muchas veces no eran necesarias».

Para José Miguel Cisneros, Jefe de Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla y expresidente de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica, SEIMC, se hacía especialmente necesario «anticiparnos a la siguiente pandemia, que ahora tiene más riesgo por la progresión del cambio climático» después de cómo había impactado la del coronavirus, la mayor crisis desde la II Guerra Mundial.

Vigilar la gripe aviar

Para ello, Cisneros pide aumentar la investigación de virus con mayor potencial pandémico, «como el de la gripe aviar» y poner en marcha la prometida agencia de salud pública, además de crear «la especialidad de enfermedades infecciosas.

También desde el punto de vista asistencial, la valenciana Mª Luisa Blasco, presidenta de la Sociedad Valenciana de Medicina Intensiva y jefa de servicio del Hospital Clínico de València, mantiene que estos tres últimos años han marcado «un antes y un después».

«La pandemia nos enfrentó a la realidad de lo vulnerables que podemos llegar a ser y de una forma casi inmediata nos enseñó que somos capaces de adaptarnos a las peores circunstancias», reflexiona.

En los servicios de UCI, la llegada de la covid supuso que se tuvieran que buscar soluciones, «al principio improvisadas, buscando espacios adecuados, personal y medios y luego, de una forma más organizada, optimizando recursos». Para Blasco, en este tiempo fue clave tanto el trabajo en equipo como el «acceso fácil y rápido a la evidencia científica» que permitió «adaptarnos a nuevas estrategias terapéuticas en tiempo récord utilizando nuevos fármacos, implementando nuevos procedimientos, etc». En el terreno asistencial, la pandemia dejó su huella también en los centros de salud.

Desde la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria, Semergen, su presidenta en la C. Valenciana, Inmaculada Cervera habla de un «estrés intenso» para el sistema, «un gran desgaste emocional y físico que ha precipitado muchas jubilaciones de compañeros que en condiciones normales hubieran prolongado su vida laboral». Esta salida precipitada ha puesto todavía más de relieve, según Cervera, la falta de profesionales y el problema del relevo generacional «y que agrava la carga asistencial de los que se quedan», especialmente en un contexto en el que ha aumentado «un 25 % de media el número de visitas con los médicos de Atención Primaria, algo que es inasumible».

«Tenemos muchos retos por delante: reconducir a los equipos de Atención Primaria para que volvamos a trabajar coordinados; diagnosticar y cuidar a los profesionales que tengan desgaste emocional e incentivar a las nuevas generaciones de médicos para que vean la Atención Primaria como lo que es, una especialidad médica muy completa y humana», explica. Entre las lecciones aprendidas, la presidenta de Semergen apunta la presencia de los medios telemáticos para atender a los pacientes: «nos hemos apoyado mucho en la consulta telefónica y en el uso de la telemedicina y nuevas tecnologías que han dado un paso al frente para quedarse ya como práctica complementaria a la presencialidad». Además, Cervera pone en valor la necesidad de contar con sistemas de alerta epidemiológica «transparentes y fiables. La importancia de contar con datos ciertos en tiempo real nos puede ayudar a tomar decisiones acertadas. Esto no ocurrió en los primeros momentos de la pandemia, originando a una gran improvisación organizativa y una desprotección de la población y de los trabajadores. Solo en la Atención Primaria tuvimos 112 médicos de familia fallecidos».

Un sector «tocado»

Otro de los espacios donde más dejó notar la pandemia, para mal, fue en las residencias de mayores. Tres años después, para José María Toro, presidente de la patronal de las residencias Aerte, la pandemia ha dejado «tocada» la reputación del sector.

«A pesar de que los datos del Imserso indican que el exceso de mortalidad desde que comenzó la pandemia ha sido muy superior entre las personas que son atendidas en casa que las que lo son en una residencia, la reputación del sector se ha visto muy afectada», ha asegurado. Toro considera que la pandemia «permitió comprobar el alto grado de compromiso de las entidades y profesionales con las personas que cuidan» pero también las carencia del sistema.

«La coordinación sociosanitaria hay que seguir reforzándola y aún no tenemos un sistema que pueda garantizar la atención de manera óptima», explica. Tampoco cree que se haya avanzado en cubrir los huecos de personal sanitario: «sigue habiendo déficit de profesionales».

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