Cuando las cosas no se hacen bien

Infraestructura del trasvase Tajo-Segura entre Murcia y Orihuela.

Infraestructura del trasvase Tajo-Segura entre Murcia y Orihuela. / Tony Sevilla

Jorge Olcina

Nueva batalla por el agua entre el sureste ibérico y la cuenca del Tajo, especialmente en su tramo alto donde arranca el trasvase Tajo-Segura. Mejor dicho, batalla entre las Comunidades Autónomas de Valencia, Murcia y Castilla-La Mancha. Dos receptoras y una cedente. ¿Por qué ahora? Porque en unas semanas tienen que aprobarse los nuevos planes hidrológicos de demarcación hidrográfica y en el del Tajo se ha propuesto una elevación del caudal ecológico, que afecta a los caudales posibles a trasvasar a partir de su aprobación. El problema no es nuevo. El trasvase se diseñó en unas condiciones climáticas que no son las actuales. Y, además, los datos pluviométricos utilizados para determinar su viabilidad estaban mal calculados, exagerados, porque no había mediciones de lluvia en la montaña española. Nunca ha llovido tanto, como indicaba el Plan de Lorenzo Pardo, en el sector de la Cordillera Ibérica donde tiene su nacimiento el río Tajo. Desde 2000 el principal problema que se ha ido agravando en los últimos años fue la puesta en marcha del conocido Memorándum del trasvase Tajo-Segura pactado en 2013 entre los gobiernos de Extremadura, Madrid, Castilla-La Mancha, Murcia y la Comunidad Valenciana. El nivel mínimo de agua embalsada en Entrepeñas y Buendía, fijado en 400 hm3, fue una estocada de calado para el futuro de este trasvase. Y a ello se ha unido el proceso actual de cambio climático que se manifiesta en el alto Tajo con una disminución significativa de precipitaciones y, por tanto, de las aportaciones anuales posibles para el trasvase, desde 1980 a la actualidad (-275 hm3). A partir de aquí la política es la que debe plantear soluciones, con medidas realistas y realizables en el corto plazo. Y pactadas entre todas las partes implicadas (cabecera, regantes, gobiernos regionales, abastecimientos urbanos). Con dialogo constante. Valorando todas las alternativas posibles. En este caso, la nueva guerra del agua se ha originado y agravado por falta de dialogo. Por no haber tenido preparado un escenario alternativo con tiempo suficiente. El trasvase Tajo-Segura es, hoy por hoy, insustituible para el sureste ibérico. Aunque su futuro está muy comprometido por causa climática. Por eso, resulta sorprendente que, a pesar de avisos desde diferentes ámbitos científicos y técnicos sobre su viabilidad futura, no se haya tenido prevista una alternativa viable para su progresiva sustitución. La reutilización de aguas depuradas y la desalación a precio viable para la agricultura son las únicas salidas posibles en los próximos años. De momento, las aguas del trasvase no tienen reemplazo viable. Porque no se ha trabajado lo suficiente en la búsqueda de una solución que garantice el suministro del agua en el territorio de recepción. Las alternativas para un futuro próximo hay que plantearlas desde el dialogo continuo y cumpliendo lo que se vaya pactando. En caso contrario, el conflicto esta servido. Un conflicto lamentablemente politizado por unos y por otros.