La C. Valenciana se mantenía ‘virgen’ en denuncias de ‘pinchazos’ a mujeres en puntos de alta confluencia –conciertos, festivales, verbenas, discotecas...– con una supuesta intencionalidad de sumisión química. Hasta este fin de semana. En menos de 48 horas, se han registrado al menos siete denuncias, dos de ellas en la comisaría de Xàtiva, dos en la de Dénia y tres más en el cuartel de la Guardia Civil de la Vall d’Uixó.

En todos los casos, se trata de chicas jóvenes, de entre 20 y 30 años, y los relatos son muy similares. Todas han acudido a un hospital y en todas los análisis han salido limpios. Tampoco ha habido ataque sexual posterior, la finalidad última de un ataque que busca la sumisión química. ¿Se lo han inventado? No. Lo que parece haber detrás de cada uno de los casos es un acto vandálico de autores que nada tienen que ver entre sí y que lo que buscan es asustar, amedrentar y ‘divertirse’ en su acepción más perversa y absurda.

El de María (nombre ficticio) es uno de los ejemplos más claros. Es una universitaria valenciana a la que alguien pinchó en una discoteca de Dénia en torno a las cuatro de la madrugada del pasado sábado, día 30 de julio. María estaba con su novio y dos amigos más. En un momento determinado anunció que iba al baño y su pareja se ofreció a acompañarla porque el local estaba repleto. «Le dije que no hacía falta, pero se empeñó y vino conmigo. ¡Y menos mal!». Él iba delante y tiraba de ella, cogida de la mano.

Cuando estaban a punto de llegar, «noté un pinchazo, como el picotazo de una abeja, en el brazo izquierdo, por encima del codo, y que alguien tiraba de mi hombro hacia atrás. Pegué un tirón hacia adelante. No me giré [por temor] y apreté el paso. En ese momento, escuché la voz de un chico a mi lado que decía algo así como ‘la tengo, le he dado, lo he conseguido’».

Nada más llegar a la puerta del baño, le contó a su novio lo sucedido, pero estaba tan concurrido que ya no pudieron ver nada. «A los 15 o 20 minutos empecé a sentirme mareada y a notar como un ‘subidón’. Yo no había bebido. No me gusta perder el control». Después, «empecé a notar muchísimo sueño y frío». Para entonces, ya habían pedido ayuda al servicio de seguridad de la discoteca, que activó un servicio médico urgente. Diez minutos después, María estaba en una ambulancia de camino al Hospital de Dénia, que activó el protocolo de posible sumisión química.

Le tomaron muestras de sangre y orina. En ninguno de ellos se detectó ninguna de las drogas habituales. María tuvo que permanecer en el hospital hasta las diez de la mañana y salió con una batería de fármacos preventivos. «Me han destrozado el verano. Y ano es que no pueda tomar ni una gota de alcohol, es que tengo que tomarme medicación que seguramente no necesito pero que los médicos me han dado para prevenir posibles infecciones, como el VIH o la hepatitis, por si realmente han utilizado una jeringuilla para pincharme. No entiendo qué pretenden o qué beneficio obtienen quienes hacen esto...», lamenta.

La misma pesadilla han vivido tres chicas que denunciaron ayer por la mañana en el cuartel de la Vall d’Uixó que alguien les había pinchado aprovechando la multitud cuando estaban en una verbena de las Penyes en Festes. Las tres fueron atendidas en un centro hospitalario y, como ocurrió en el caso de María, los análisis no detectaron la presencia de drogas.

Lo mismo se reprodujo en una discoteca de Xàtiva. Dos jóvenes denunciaron el domingo en la comisaría de la capital de la Costera haber sentido picotazos cuando se encontraban en el interior del local esa madrugada. Ambas acudieron al Hospital Lluís Alcanyís que, como el resto de centros médicos públicos, pusieron en marcha el protocolo agresión sexual bajo sumisión química. En su caso, tampoco aparecieron en los análisis drogas de las utilizadas para anular la voluntad de potenciales víctimas de asaltos sexuales.

A estas seis hay que sumarle la denuncia presentada por una joven de 26 años en los juzgados de Dénia el pasado 18 de julio, un día después de sufrir un ataque similar en el FIB de Castelló, tal como adelantó ayer en exclusiva Levante-EMV. Como en los otros casos, en el hospital no hallaron ni rastro de sustancias estupefacientes y tampoco fue atacada sexualmente. Eso sí, también a ella se le ha aplicado el protocolo sanitario de pinchazo accidental, lo que supone estar bajo medicación preventiva y revisiones periódicas entre uno y seis meses, haya habido o no contagio o se haya utilizado o no una jeringa.

El temor a que esos picotazos acaben en agresiones sexuales ha llevado incluso a la organización del Arenal Sound, que empieza este jueves en Borriana, a pedir directrices a la conselleria de Sanidad para saber cómo actuar en caso de que alguna de las asistentes a los conciertos acabe pidiendo ayuda por haber sufrido un pinchazo durante el festival.