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Valencianos confinados: "Volver a pasar por lo mismo sería muy duro"

Las nuevas medidas restrictivas de la capital afectan a más de 850.000 personas, entre las que se encuentran muchos valencianos - "Cansados", afrontan un nuevo periodo de "incertidumbre" laboral y psicológica

Valencianos confinados: "Volver a pasar por lo mismo sería muy duro"

Madrid, la «casa» y «existencia atravesada» que describía Miguel Hernández en sus poemas, es la protagonista no solo de numerosos versos y canciones, sino también de la actualidad más controvertida. Sus calles repletas de luces, espacios vanguardistas, restaurantes y transeúntes son noticia estos días tras la declaración del «pseudoconfinamiento» de 37 de sus áreas sanitarias. Se trata de nuevas medidas restrictivas que, si bien no establecen el confinamiento total, sí limitan aforos y actividades, desdibujando cada vez más el concepto idealizado de la capital del país.

Esta nueva normativa, que implicará la realización de controles aleatorios y disuasorios, como aseguró Enrique Ruiz, consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, afecta a más de 850.000 residentes, entre los que se encuentran numerosos valencianos. Es el caso de José Bonafont, un vecino de Alfafar que hace cuatro años cambió de residencia para cursar sus estudios de doctorado en Ciencia y Tecnología Biomédica. Según manifiesta, «la ciudad está a medio gas», lo que afecta directamente a su desarrollo profesional.

Combina las tareas de investigación con la docencia, una labor que le resulta cada vez más «complicada». «Hemos tenido que diversificar mucho los recursos, redefinir grupos de trabajo y limitar el aforo en las salas de investigación», explica, «esto conlleva que no se pueda adaptar todo el contenido de la formación a las prácticas universitarias».

Aunque no se plantea regresar a València, la idea de volver a vivir un confinamiento en Madrid le parece «un completo desastre». «Yo trabajo analizando datos, pero si no puedo generarlos no tiene ningún sentido lo que hago. Estamos saturados, volver a pasar por lo mismo sería muy duro ya no solo a nivel laboral, sino también psicológico».

Además, el componente económico también juega un papel decisivo para este joven de 28 años. La situación de inestabilidad que vive la ciudad se refleja en la oferta y demanda de inmuebles y ahora se enfrenta él solo al pago de un alquiler de piso después de que su compañero haya cambiado de residencia. «Somos muchas las personas que estamos así, negociando con nuestros caseros el precio y ajustando al máximo los números».

Pensamientos en conflicto

Una situación que también refleja la realidad de Luana Bobadilla, influencer valenciana afincada en Madrid desde hace más de un año. Hace una semana que volvió a la capital de España tras visitar a sus familiares en su localidad natal, el barrio valenciano de Castellar. Según manifiesta, quiso verlos temiendo el endurecimiento de la normativa anticovid, lo que le hace sentir «muy dividida».

Por una parte, asegura que «estar en Madrid me da mucha ansiedad, no quiero quedarme aquí encerrada, me produce claustrofobia. Mi familia está en València y me siento muy vinculada a ellos». Por otro lado, afirma que «en Madrid está mi pareja, mi casa y mi trabajo». Un trabajo que ha visto como se han alterado sus rutinas productivas, combinando jornadas presenciales y otras tantas telemáticas. «Todos los tiempos y plazos se ralentizan, además coger el metro en Madrid para desplazarme a la oficina da muy mal rollo. Dicen que han incrementado las medidas de seguridad, pero vamos como sardinas enlatadas».

Por ello, Luana ha decidido trasladarse hasta su puesto de trabajo en vehículos de alquiler , «un gasto que no contemplaba y trastoca mi economía». Desde hace dos semanas espera unos resultados médicos que no llegan y, según afirma, «es imposible pedir una cita médica en la ciudad, así que he optado por contratar un seguro de salud privada», lamenta con resignación la joven valenciana de 24 años, que asegura que está «cansada de vivir entre maletas» desde hace seis meses.

Castigo a la cultura

Una situación similar a la de Elena Valera, cuyo futuro lo afronta con «escepticismo e incertidumbre», pintándolo de un fuerte color negro. Elena decidió mudarse a Madrid hace cuatro años con la esperanza de cumplir un sueño: ser actriz. Actualmente, cursa su último año de Arte Dramático en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid (RESAD), por lo que regresó a la ciudad para reanudar su itinerario formativo.

Según explica, pasó el confinamiento y gran parte del verano entre València y La Pobleta de Andilla, el pueblo de sus abuelos, y todavía está en un «proceso de adaptación». Ha decidido cambiar de residencia tras tres inviernos viviendo en el centro de Madrid. Su actual piso está emplazado en el barrio de Portazgo, próximo a Vallecas.

Y es que, la mayor parte de las casi 40 áreas sanitarias afectadas por el denominado «confinamiento selectivo» se encuentran en la zonas deprimidas del sur. En este sentido, asegura que «la gestión política del coronaviruses vergonzosa, parece que todo esté bien mientras los bares estén llenos».

Respecto a su estabilidad profesional, denuncia que «la cultura atraviesa una brecha muy complicada». «Se deberían tomar medidas, los teatros son espacios que aplican medidas de seguridad muy estrictas», expresa. «Mi esperanza es que esta situación pueda solventarse de la forma menos injusta», concluye en forma de anhelo.

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