La pasa movió el mundo. Sí, el mundo de la Marina Alta en el siglo XIX. Las uvas desecadas mediante el proceso de l'escaldà llegaban, cuidadosamente guardadas en cajas de madera, a los puertos de Londres, Southampton, Liverpool y Nueva York. Esa fue la época del esplendor de la pasa. Pero hace dos mil años también se elaboraba. Los romanos la llevaron a todo el Mediterráneo.

No es extraño, por tanto, que un producto agrícola con ese impacto económico haya dejado su impronta en el paisaje de Dénia y de la Marina Alta.

La delegación de Cultura dianense ha organizado este otoño un programa de rutas que descubre los paisajes de la pasa. El director del Museu Etnològic de Dénia, Josep A. Gisbert, guía a los visitantes y les explica qué era y es la pasa de Dénia, cómo se elabora, la época dorada de su exportación en el siglo XIX y las arquitecturas vinculadas a este producto (la más conocida es el riurau, pero también están las estufas).

Las dos primeras visitas han despertado un gran interés. Los participantes han recorrido, entre otros lugares, el Magatzem dels Anglesos (perteneció a la compañía Wholeshle Cooperative Society, un gigante del comercio de la pasa), los viñedos de moscatel de las partidas Cauells y Benitzaina, el riurau del Prom o la caseta dels Grimalt, donde todavía hoy una familia escalda la uva y la extiende sobre los cañizos para que se termine de secar al sol.

"Pese a que la pasa ha quedado casi relegada a pura arqueología, concita un gran interés y es un gran atractivo para el turismo cultural", afirma Gisbert, que alude al "hecho curioso" de que la mitad de los participantes en estas rutas procedan de Madrid.

La próxima visita, el día 20, comenzará en la Xara y recorrerá la partida Pinella de Dénia, donde "ancestralmente se hacía mucha pasa", precisa Gisbert. El riurau de Pinella, una porchada que se sostiene sobre recias columnas, es una parada obligada.

El 27 de octubre la visita irá por el antiguo camino de Els pous dels Pilars y las partidas de Madrigueres y el Tossalet. "Podremos ver el paisaje de las alquerías en las que la burguesía pansera del siglo XIX pasaba los veranos. Además, el Marqués de Cáceres nos ha brindado la posibilidad de visitar la estufa del huerto de Francisco Merle".

Y el 3 de noviembre el ciclo Temps de pansa. 2013 acabará con un recorrido por la partida de l'Alqueria de Colomer, en Jesús Pobre.

El director del Museu Etnològic de Dénia advierte de que el "paso" para proteger la arquitectura de la pasa "está dado". Recuerda que en el catálogo de 2005 figuran 24 riuraus y cinco estufas. "Pero la protección no asegura la conservación. De ahí que sea necesario implementar medidas para garantizar la perdurabilidad de estas edificaciones".

Un riurau que sí se ha restaurado es el de Jesús Pobre. Hoy esa construcción es una suerte de emblema de una entidad local menor que tiene otros monumentos incluso con más historia, como el convento franciscano del siglo XVIII.

Con todo, Gisbert precisa que de la técnica de la pasa lo más importante no es la arquitectura. "Ningún riurau es anterior a 1840, mientras que sí tenemos evidencias históricas de que ya se desecaba la uva hace 2.000 años". Durante la época romana y, sobre todo, durante la andalusí, que fue cuando la pasa quizás vivió su primera época de esplendor, la técnica de la pasa de lejía era conocida.

"Los conocimientos para la elaboración de la pasa son un bien inmaterial que tiene tanta o más importancia que las arquitecturas. Y sí se enfrenta a un peligro real e inminente de desaparecer. Dénia tiene 24 riuraus, pero sólo dos familias siguen elaborando la pasa con métodos tradicionales. Esto significa que esa técnica pronto será arqueología", advierte el director del museo etnológico.

La implicación de las instituciones es aquí fundamental. Pero la desecación de la uva debe tener sentido y contar con algún aliciente comercial. "Sería triste hacer sólo escenografías de l'escaldà de la pansa", indica Gisbert, que apuesta por incentivar a las familias que mantienen viva esta tradición.