«Dulce bellum inexpertis», con este adagio, que Erasmo de Roterdam atribuyó a Píndaro, Guillem Casañ, catedrático de inglés y estudioso de la Guerra Civil, advierte de sus intenciones a los visitantes de la muestra sobre el Hospital de las Brigadas Internacionales de las Villas. «Soldats vora la mar», un título que quiere rendir tributo a aquel «Soldatem am meeresstrand», el reportaje que escribió el periodista Egon E. Kish sobre sus días en Benicàssim.

La memoria sobre aquella guerra española y, a la vez, internacional, es el estímulo que ha guiado durante años a Casañ, en unas investigaciones a las que llegó como especialista en lengua y literatura inglesas. Pasado el tiempo, y aunque él que se empeñe en cerrar esta etapa de estudios, nuevos descubrimientos lo mantienen atrapado a nuestros brigadistas.

Una invitación a la visita

Según las palabras del comisario de la muestra: «La República lanzó un mensaje de ayuda a todo el mundo. Unos vinieron a apoyarla con las armas y otros con los bisturís. El gobierno de Largo Caballero decidió canalizar esta solidaridad, movilizada en gran parte por la Internacional Comunista, a través de las Brigadas Internacionales con base en Albacete.

Como toda organización militar, disponía de un servicio sanitario a nivel de batallón, pero a diferencia de las unidades españolas, organizó su propia red hospitalaria que se financió principalmente a través de los voluntarios internacionales y de las colectas en los países democráticos. El principal donante fue el pueblo de EE.UU; pero se debe destacar, para el caso de Benicàssim, la ayuda de Checoslovaquia.

El director del Servicio Sanitario Internacional, Dr. Rudolf Neumann, instaló un hospital en Benicàssim para atender a los heridos de la XIII B.I., que atacaba Teruel en diciembre de 1936. Se eligió por estar situada a una distancia prudencial del frente de Teruel, por sus buenas comunicaciones y por la facilidad para incautar los edificios de veraneo del paseo marítimo.

Estuvo dirigido por los internacionales hasta abril de 1938. Mes en que el ejército rebelde cortó la España republicana en dos por Vinaròs y las B.I. y toda su red hospitalaria fueron trasladadas a Cataluña. El hospital fue transferido a la sanidad militar española».

Tal como lo describió inglesa Sylvia Townsend en el desgarrador poema Benicasim: «...y me parece que hemos llegado/ a un paisaje iluminado del Aqueronte/ pues por la orilla/ con pijamas de algodón desteñidos,/con alpargatas/ deambulan los resucitados/ los heridos, los mutilados, los lisiados...». Casañ lo tradujo y descubrió una nota adjunta con una ubicación benicense bien enigmática: «Villa Ralph Fox». Y lleno de curiosidad por saber dónde es hallaba esta villa se puso a investigar.