Tampoco este año ha sido bueno para la perdiz. No ha criado bien y no se ven polladas. Desde hace años, la perdiz salvaje está experimentando un declive considerable. Muchas voces y estudios  ya  alertaban del peligro que corre la reina de la caza menor por antonomasia. Prohibir su caza tampoco ha sido la solución.

Son muchos los factores que han influido para que la perdiz esté en claro retroceso. La mecanización del campo y el paso a una agricultura intensiva, con utilización de productos altamente nocivos para la cría de la perdiz, es uno de los factores. La perdiz criaba mucho mejor hace unos años de lo que lo hace ahora y esto, sin duda, está relacionado con la cantidad de productos tóxicos que echamos al campo y que afecta a la fertilidad de los animales.

El paisaje agrícola ha cambiado sustancialmente. En un pueblo como es Fontanars dels Alforins que es fundamentalmente agrícola y con grandes extensiones de viñedo, las cepas en vaso han sido sustituidas por viñas de conducción en espaldera, donde la perdiz no cría. No tiene refugio y está al albur de los depredadores.

La perdiz ha ido perdiendo poco a poco su hábitat natural. Se han eliminado linderos y se queman rastrojos que son refugio y alimento para las perdices.

Ahora no se siembra, pero cuando se sembraba cereal, bien (centeno o avena), la paja se recogía enseguida, nada más recolectado. No se dejaba en el campo durante unas semanas, sino que se recogía muy pronto. Muchos nidos de perdices y codornices se han echado a perder por el paso de las maquinas cosechadoras, que no respetan la época de cría. Se han visto nidos destrozados y animales atrapados  por las máquinas empacadoras en las balas de paja.

Otro factor importante ha sido la proliferación de alimañas, sobre todo, jabalíes y zorros sobre las que no hay ningún tipo de control. Según un estudio, el jabalí es el causante de la depredación de casi el 40% de los nidos destruidos de perdices. Esto nos da una somera idea de lo dañino que puede llegar a ser y los daños que provoca, no solo en la agricultura.

Otros factores que han coadyuvado al declive de la perdiz ha sido el cambio climático, la concatenación de grandes periodos de sequía con lluvias torrenciales; la desaparición del conejo en algunas zonas- que ha hecho que cambie la dieta alimenticia de algunos depredadores- o las repoblaciones descontroladas con perdices de granja, transmisor de enfermedades en las perdices salvajes.

Muchas de las trampas que se utilizaban para capturar alimañas, como lazos, jaulas-trampa o cepos han sido prohibidas, si bien se permite el lazo con cierre de seguridad para evitar que el animal se estrangule y tenga una muerte lenta. Las jaula-trampa solo están permitidas para la captura de urracas, otro depredador letal para las perdices que se come los huevos y los perdigones.

Antes, la llegada de la primavera era una eclosión de vida en el campo. Al principio del verano era normal cruzarse en un camino o en la carretera con un bando de patirrojas con su madre protectora al frente, guiando a la prole de perdigones. Esta imagen ya es historia.

Estos días h estado labrando los almendros y las viñas y no he visto ninguna perdiz. Alrededor de la finca es reserva de caza y tampoco. Ni rastro de ellas.

El año pasado, muchos cotos sociales de la Costera y la Vall d’Albaida prohibieron la caza de la perdiz. Otros acotados redujeron el cupo a una perdiz por cazador y día, permitiendo solo su caza en la sierra durante las primeras semanas de la temporada para abrir después en los bancales.

La supervivencia de la perdiz depende básicamente de una buena gestión cinegética en nuestros cotos y esa tarea corresponde hacerla a los cazadores.