Las últimas lluvias han sentado muy bien al campo, sin embargo, han llegado algo tarde, sobre todo para el cereal, que ya se da por perdido, aunque debido a los bajos precios cada vez se siembra menos, pero también para la viña es un mal año.

La planta estaba parada debido al estrés hídrico y después de las lluvias de estos días se han recuperado un poco, pero a la uva le va a costar engordar. Es muy probable que se produzca una merma en la cosecha respecto a la campaña del año pasado que también fue corta, aunque aún es pronto para hacer previsiones.

En los terrenos hondos, la planta está fuerte, sana y con vigor, sin embargo, en los terrenos más fuertes va algo más retrasada. El cuajado no ha sido igual. La planta no ha sacado hojas nuevas después de las lluvias, con lo cual, la exposición de los racimos al sol y a las inclemencias meteorológicas es mayor con el consiguiente riesgo que ello comporta.

 La planta no ha absorbido toda el agua. Las hojas son el principal órgano donde se realiza la fotosíntesis, aunque también se puede realizar en los granos de uva verdes antes del envero.

Llevamos arrastrando unos años de sequía importantes que han afectado a los diversos cultivos. Uno de los más afectados ha sido el olivo. Aunque el olivo aguanta bien las altas temperaturas, siempre que esté bien hidratado, el excesivo calor en pleno proceso de floración ha quemado la flor y ha dado al traste con la cosecha, después de un año donde la aceituna se ha pagado muy bien en las almazaras y ha disparado el precio del aceite.

Por fortuna, en el comienzo del verano han bajado algo las temperaturas, tras una primavera muy seca y calurosa.