Apenas unas horas después de que la Plaza de la Virgen fuera ocupada por los fieles que acudieron al Besamanos, el emblemático recinto acogió uno de sus rituales más antiguos: la sesión ordinaria de Tribunal de les Aigües. Pero en la jornada de ayer llamó especialmente la atención el tumulto que se formó alrededor de la centenaria organización jurídica: cientos de turistas, casi todos cruceristas, se arremolinaron alrededor de la Puerta de los Apóstoles para, con las previas explicaciones de los guías, tratar de inmortalizar el momento en el que aparecían los «Síndics», una imagen que, a fuerza de repetirse a lo largo de generaciones, forma parte del imaginario valenciano y se mantiene como elemento especialmente turístico, formando parte del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la Unesco.

La imagen no se repitió el día del Besamanos porque no hubo tanta afluencia de grupos organizados masivos. Aún así, no por ello dejó de acudir una importante cantidad de visitantes. Con la particularidad, en este caso, de que los propios guías tuvieron que preguntar cual era la causa de la concentración humana, dado su carácter excepcional.

Precisamente, situaciones como la de ayer coinciden en el tiempo con las declaraciones del alcalde Joan Ribó defendiendo la «desestacionalización» y el modelo «equilibrado, descentralizado, diversificado y disperso» del turismo urbano.

«El turismo en València es muy importante pero no se puede plantear un crecimiento indefinido, se ha de llegar a un equilibrio. Tenemos una diversificación cultural fundamentada sobre aspectos culturales, congresos, ocio, fiestas; patrimonial, náutico... y por eso tenemos que apostar por desestacionalización y una dispersión por toda la ciudad y por toda el área metropolitana», dijo el alcalde tras participar en un encuentro en Madrid.