Otro Cabanyal es posible, ya ven, la convicción que muchos teníamos aquí dentro, ahora está dibujada, negro sobre blanco, o mejor aún, de colores, convertida en un documento, en algo que podemos ver y comprobar, le llaman La Pepri, con nombre de mujer, como no podía ser de otra manera.

Frente a la grandilocuencia del proyecto oficial, propone humildad y escala urbana. Frente al despilfarro económico, austeridad. Frente a la fractura social del barrio y al enfrentamiento, reconciliación y coser las heridas para siempre. Frente al paseo descabellado e impropio, la pequeña intervención multiplicada, la belleza que permanece. Frente a las demoliciones y el expolio, la rehabilitación y la conservación. Frente a los plazos interminables, la activación inmediata. Y frente a las teorías urbanísticas burdas, amañadas y avaladas por otros intereses que no se nombran, llega la modernidad, la reflexión, la memoria colectiva y la transparencia.

Resulta que hay otro Cabanyal más fácil, más barato, más rápido, más querido, más hermoso y más moderno. Y el poder queriéndonos convencer de que o se prolonga el paseo de Blasco Ibáñez o llegará inevitablemente el fin del mundo. Pero no es así, nosotros hablamos de un Cabanyal que no divide sino que ilusiona, mientras los miopes siguen imaginando avenidas decimonónicas que nada tienen que ver con las calles y las gentes del barrio.

Otro Cabanyal es posible, lo dicen la ley, los técnicos, los vecinos, las opciones más progresistas de esta ciudad, e incluso lo dicen las miradas de fuera que nos observan incrédulos sin comprender por qué hay quien quiere tirar por la borda un barrio entrañable para prolongar un paseo que no necesita ser prolongado. Y ahora lo dice también La Pepri que no es otra cosa que la puesta en escena de algo que creíamos una ilusión colectiva y ahora resulta que puede ser verdad.

Es hora de olvidar el pasado, por doloroso que sea, y ponerse a trabajar por el futuro recomponiendo un Cabanyal que nunca debió descomponerse. Traigan vendas y agua caliente, traigan ungüentos y pócimas, traigan pomadas y paños tibios, dense prisa, el Cabanyal ha llegado y necesita todo nuestro apoyo. Larga vida al Cabanyal, pero vida llena de vida, como si fuera una canción de Labordeta.