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Profesores y alumnos del colegio público Santa Teresa, en pleno barrio de El Carme de Valencia, están aguantando este mes de octubre temperaturas de 35 y 40 grados en el nuevo edificio, estrenado hace menos de medio año. Las aulas de Infantil sufren un efecto lupa de los cristales que las "convierten en un horno" con 33 grados y un 70-80 por ciento de humedad, entresaca la asociación de padres y madres (APA) del informe del equipo directivo del centro.

La dirección del colegio ha presentado a la Conselleria de Educación, desde mayo hasta hace dos días, tres análisis exhaustivos donde se contemplan las anomalías. En su texto se recogen 51 deficiencias, de las cuales una docena se refiere a seguridad y salud de los ocupantes, señala la APA.

Los niños, se ven obligados a "arrinconarse, a partir de las 11 de la mañana, en las esquinas donde el sol no llega y, después de comer, los cuidadores de Infantil suben a los pequeños todos los días al tercer piso para protegerlos de este calor al 'trinquet', frontón y 'galotxa' o gimnasio", según narra el informe.

El patio tampoco tiene sombras mientras que las filtraciones de agua han obligado a inutilizar un ascensor lo que ha provocado daños irreversibles en documentos que se almacenaban en el sótano. "El centro ha sido ocupado sin que la constructora haya acabado el proyecto" se quejan.