Un vigilante encontró ayer, al pie de la entrada al parking subterráneo de la Ciudad Administrativa Nou d’Octubre, sede de cinco conselleries y de varios departamentos de otras, un envoltorio que albergaba en su interior lo que a todas luces parece una ofrenda de santería: una gallina muerta, las cabezas de otras dos aves de la misma especie y un coco partido en varios trozos.

El hallazgo obligó a activar el protocolo policial para paquetes sospechosos, ya que en un primer momento se desconocía su contenido y era un objeto abandonado en las inmediaciones de un edificio público y, por tanto, sensible.

De hecho, las unidades de la Policía Nacional que acudieron al lugar dieron aviso a los expertos en explosivos del Tedax y a la unidad canina que dispone de perros adiestrados en la detección de este tipo de artefactos, aunque finalmente no llegaron a intervenir al atisbar el pico de una gallina en el interior.

Se trataba de un envoltorio de papel de estraza, dentro del cual había una gallina muerta, así como las cabezas de otras dos aves de esa especie. Junto a ello había también un coco partido en varios trozos.

Dos elementos yoruba básicos

Se trata de dos elementos clave en los ritos de santería, por lo que todo apunta a que forma parte de una ofrenda o petición de algún practicante de rituales de la Regla de Ocha. El coco es, de hecho, la fruta sagrada en ese tipo de creencias y es utilizado como medio para ponerse en contacto con los dioses, los orichas del panteón Yoruba. Según se manipule —entero o partido— es utilizado como sistema de adivinación o para buscar determinados beneficios o incluso conjurar supuestos maleficios. Parte de esos rituales incluyen la obligación de dejar los trozos de coco en lugares aireados con cuatro esquinas, como lo es la entrada a la explanada donde se alza el complejo de la Generalitat Valenciana.

Las aves decapitadas —se emplean gallinas, pero también palomas, patos, gallos, codornices o guineas— son también parte de estas ceremonias en las que se sacrifican animales para agradar y alimentar a alguno de esos ‘orichas’.

En principio, la Policía Nacional no prevé abrir ninguna investigación, ya que ni siquiera se sabe si quien depositó esa supuesta ofrenda lo hizo ayer o durante el fin de semana. En todo caso, los vigilantes sí han revisado las cámaras de seguridad del entorno tanto del parking como de los accesos a los edificios para tratar de identificar a la persona que dejó el paquete, en previsión de que haya que investigar finalmente lo sucedido.

En un primer momento, sí que se llegó a bloquear los accesos a los edificios, pero la alerta duró apenas diez minutos, el tiempo necesario para ver que el papel de estraza no contenía un artefacto explosivo, sino los restos de animales muertos.