Tampoco es tan raro que el ministro del Interior se haya puesto del lado de la delegada del Gobierno, Paula Sánchez de León, y de los policías antidisturbios y haya desacreditado en el Congreso de los Diputados las protestas que empezaron en el instituto Lluís Vives y desencadenaron cinco días de infarto. Finalmente, de aquel «calvot» que el presidente Rajoy y el ministro Fernández dieron en público a la delegada y al jefe superior de Policía, nada, ni un expediente por supuesto exceso de celo a la hora de orear la porra. Todo fue culpa, según el señor ministro, de un grupo de «perroflautas» y «peludets» que se ha adueñado de las calles de Valencia y arma trifulcas violentas con cualquier excusa. Bueno, es cierto que zopencos hay en todas partes, pero los vídeos y las fotos (el ministro mostró en el Congreso imágenes de la galería de Levante-EMV) no dejan lugar a dudas. Y no consta ninguna en la que se vea a un joven lanzando adoquines a la policía en la calle Lauria.