La burbuja que venía hinchándose en el Centro de Investigación Príncipe Felipe terminó por estallar ayer con la dimisión de los cinco miembros de su Comité Científico, que a su vez forzó la renuncia del director científico, Carlos Simón. El detonante ha sido la insostenible situación financiera de la institución. Tal como se conoció ya la semana pasada, la Conselleria de Sanidad ha aprobado un nuevo recorte para el próximo año que reduce el presupuesto del centro a 2,2 millones, una cantidad que cubre exclusivamente los gastos de mantenimiento, por lo que las investigaciones quedan gravemente amenazadas. Además, ahora se suma la decisión del Ministerio de Ciencia e Innovación de anular una aportación de 1,7 millones para el programa del Medicina Regenerativa.

El que debía haberse convertido en el centro de referencia internacional de la investigación en la Comunitat Valenciana y uno de los «proyectos estrella» del Consell arrastraba desde hace años estrecheces económicas y de diferencias entre los investigadores. A dichos problemas no era ajena una gestión envuelta en la polémica por gastos, contratos y adjudicaciones. Ahora, los ajustes presupuestarios han puesto en peligro investigaciones y puestos de trabajo: hace sólo un par de días se produjeron los dos últimos despidos y se prevé un «duro» otoño. El escaso rigor en la disposición de fondos públicos en épocas pasadas y los nuevos recortes obligados por la crisis han terminado por poner en peligro el futuro de este organismo.