Los depósitos de clientes de Bankia registraron un descenso de 766 millones de euros en el primer trimestre del año, lo que conlleva una bajada del 1 % respecto a diciembre, cuando esta partida alcanzaba los 111.102 millones, según un documento remitido ayer tarde por la entidad a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) en el que detalla la evolución del negocio del grupo en los tres primeros meses del año. La información facilitada es muy parcial, dado que no incluye magnitudes básicas como los resultados o las provisiones. La propia entidad lo explica en el documento, en el que precisa que los datos aportados al mismo pueden estar sujetos «a modificaciones derivadas» de la auditoría definitiva de las cuentas de 2011. Deloitte no ha rubricado hasta ahora el balance del año pasado del BFA, la matriz de Bankia, por, entre otros motivos, diferencias en la valoración del patrimonio por 3.500 millones de euros fruto de la discrepancia entre los 12.000 millones en que valoraba su participación en Bankia el BFA y los 8.500 millones que aceptaba la auditora.

Saneamiento reforzado

La negativa de Deloitte fue uno de los factores que forzaron la semana pasada la dimisión del presidente de BFA-Bankia, Rodrigo Rato, y la posterior nacionalización del primero. Ahora, la entidad asegura que las cuentas auditadas se harán públicas con ocasión de la convocatoria de la junta de accionistas antes de concluir mayo. El texto remitido ayer a la CNMV confiesa que el Banco de España «ha requerido la presentación de un plan reforzado de saneamiento» para la entidad, que, tras la entrada del Estado en su matriz (controla el 48 % del banco cotizado) y las necesidades de fuertes provisiones para hacer frente a su exposición al sector inmobiliario, va a requerir cuantiosas ayudas públicas. De hecho, las provisiones contempladas en la ultima reforma financiera, que le obligan a dotaciones por 4.722 millones, suponen un impacto de dos puntos en su ratio de capital, según explicó ayer.

Pese a todo, el mencionado documento traza un perfil de la difícil situación de la entidad. Además de la pérdida de depósitos de clientes, que seguramente se ha agravado desde la nacionalización del BFA, Bankia redujo el crédito a sus usuarios en 2.802 millones de euros (un 1,45 %), con lo que esta partida quedó en 190.053 millones. El motivo fue «la baja demanda de crédito y el contexto de mayor riesgo de crédito y liquidez en el mercado». Resulta llamativo que los préstamos a la promoción o construcción inmobiliaria, donde está buena parte de los problemas de la entidad, se mantuviera sin variaciones en el primer trimestre, acaparando el 17 % del total, mientras que el crédito a empresas y autónomos bajara un 3,7 % (hasta quedarse en el 27,8 %), y la financiación a particulares para la compra de vivienda con garantía hipotecaria descendiera un 1,5 % y se situara en el 44,5 % del total.

Por otro lado, el margen recurrente antes de provisiones se colocó en 492 millones, gracias al margen de intereses, que creció en 209 millones respecto al primer trimestre de 2011. Las comisiones sumaron 261 millones, un 10 % menos, pese a la elevada aportación de las emisiones de deuda de la Generalitat y otras autonomías. Los gastos de personal se redujeron en un 11,1 % con respecto a marzo del año pasado. Además, se cerraron 23 oficinas, frente a las 817 de todo el ejercicio pasado. Por último, Bankia afirma que tiene capacidad de emisión de deuda por casi 15.500 millones y activos líquidos por 21.889, lo que excede en más de 15.000 millones los vencimientos hasta diciembre de 2014.

Rato pretendía adelantar los saneamientos 4 años

Rodrigo Rato trató de asegurar la pervivencia en solitario de Bankia con un plan agresivo de saneamiento que requería una ayuda estatal de más de 6.300 millones de euros, pero que nunca pudo someter al consejo por su salida precipitada de la presidencia de la entidad el lunes de la semana pasada. El plan debía haber sido aprobado en el consejo convocado para el pasado viernes, pero que nunca se celebró por la dimisión inesperada de Rato y su sustitución por José Ignacio Goirigolzarri.

El plan de Rato plantea una estrategia de futuro que podría ser aprovechada en parte por el nuevo equipo, especialmente en lo que respecta a las ayudas públicas. El eje del mismo era adelantar los saneamientos previstos para los próximos cuatro ejercicios en un intento de disipar las dudas de los mercados, lo que le hubiera obligado a realizar dotaciones por 9.700 millones de euros. El impacto neto en los beneficios, de haberse llevado a cabo, hubiera sido superior a los 5.000 millones.

Para conseguir este saneamiento, Rato había iniciado conversaciones con el Ministerio de Economía para asegurarse una nueva línea de ayuda pública por importe de 6.350 millones de euros.

Rato quería aprovechar el colchón de 4.700 millones en participaciones preferentes y obligaciones subordinadas que tiene en circulación la entidad para someterlas a operaciones de canje, y poder amortizar así el primer préstamo del FROB, que ascendía a 4.465 millones y que es el que ha dado lugar a la nacionalización de su matriz, el BFA, aprobada el pasado lunes por la comisión rectora del FROB.