­Desde que en 1994 le compró al Banco Central su participación del 24 %, el Banco de Valencia fue la joya de la corona de Bancaja, como solían afirmar en la entidad de ahorros. También fue durante mucho tiempo el buque insignia de la burguesía valenciana. En los últimos tiempos, fundamentalmente desde que la caja cayó, a través de Bankia, en manos de Caja Madrid, la joya empezó a perder valor y se acabó convirtiendo en un lastre. Tan es así que el pasado 21 de noviembre el Banco de España la intervino y destituyó a su consejo de administración, donde el control estaba en poder de los hombres de Bancaja pero en el que subsistían algunos de los apellidos históricos de la entidad, como los Girona o los Noguera. No hay duda de que esa decisión, fruto de una gestión completamente vinculada a los excesos del ladrillo y afectada por la extrema profundidad de la crisis financiera, va a suponer, de una forma u otra, el punto y final a la trayectoria de una entidad que nació hace 111 años, aunque no por impulso de valencianos. Los administradores nombrados por el FROB han empezado a preparar la venta del Banco de Valencia, una operación que no está previsto que se consume antes del próximo verano, siempre y cuando el agujero contable no sea de escándalo €en el primer trimestre las pérdidas ascendían a 547 millones€ y sea imposible colocarlo entre algún postor. Visto como evoluciona la crisis financiera, nada se puede descartar.

El Banco de Valencia fue fundado el 20 de marzo de 1900 por un grupo de financieros en el que pesaban los intereses asturianos €el primer presidente fue José Tartiere€ y castellanos, incluido el Conde de Romanones. Pero fue el 12 de junio de 1927 cuando puede certificarse de manera más propia su carta de naturaleza valenciana. Con anterioridad, el banco tuvo una escasa actividad comercial dado que los fundadores buscaban al constituir la entidad la cobertura que podía prestarles en sus negocios agrícolas. En 1927, sin embargo, es la burguesía propiamente valenciana la que se hace con el control de la entidad ante la necesidad de contar con una institución financiera que la arropara en sus actividades industriales. Vicente Boluda, José Galindo, Ignacio Villalonga y Vicente Noguera €presidente hasta su asesinato un mes después de estallar la Guerra Civil€ son los impulsores de esta etapa decisiva en la vida del banco, que vive una progresiva época de expansión durante la dictadura franquista. Son estos burgueses los que impulsan la construcción €y el diseño€ de la imponente sede central del banco en Valencia y los que en ese mismo año iniciaron un período de cooperación con el Banco Central €Villalonga compaginó entre 1954 y 1964 la presidencia de ambas entidades€ que será decisivo para la trayectoria del banco. De hecho, se extenderá hasta 1994. Desde entonces, es Bancaja la que ha ejercido el control y, a pesar de los años de continuos crecimientos en los que los accionistas obtenían cuantiosas rentabilidades, los hechos han puesto de manifiesto que aquella decisión marcó su declive.