El primer partido de pretemporada, ante la banda alemana del Bocholt, supuso el estreno, sin pena ni gloria, de David Albelda en el Valencia CF. Disputó los segundos 45 minutos sustituyendo a Mendieta -dos jugadores que acabarían siendo murciélagos del escudo- y jugando en el lateral derecho. Estamos en la temorada 1997-1998, la que empieza Jorge Valdano de entrenador y que acaba pronto para el de la Pobla Llarga. Tras un partido de pretemporada ante el Palmeiras, en el que la atención se centra en los tres goles que ha marcado Romario, se descubre que ha sufrido una rotura de ligamento cruzado. Tardaría siete meses en regresar a los terrenos de juego, aunque aún le dio tiempo a estar presente en el trístemente célebre 6-0, y Campagnuolo de portero, que sufrió el equipo en el Helmántico, ya por entonces con Claudio Ranieri de entrenador.

Albelda jugó aún un par de partidos antes de reemprender la vuelta a Villarreal, donde había jugado la temporada anterior y donde estaban como locos por volver a tenerlo en calida de cedido. A partir de ahí, ya en el ejercicio 1999-2000, pasó a ser un habitual y un fijo en la titularidad durante las siguientes temporadas. Lo que le ha permitido ser testigo de los grandes éxitos y alguna decepción de la mejor época de la historia del club.

Ahora, acabada su carrera, Albelda queda encaramado a las primeras posiciones de todas las estadísticas que distinguen a los jugadores históricos. Curiosamente, sólo liderará uno: el del número de tarjetas amarillas recibidas, algo que tampoco debe extrañar, habida cuenta que el suyo era un juego de choque. Tampoco anda mal en tarjetas rojas: diez, pero ahí va por libre, y quizá para la eternidad, Amedeo Carboni y sus quince expulsiones.

La longevidad de Ricardo Arias (se ha quedado a una de sus 16 temporadas) y de Fernando Gómez -empezó desde muy joven en el primer equipo y las lesiones le respetaron especialmente- le impide liderar el número de partidos y minutos, pero se queda muy cerquita. Le habría hecho falta alguna temporada más. Las que se perdió en La Plana y con alguna lesión más, como cuando el también valenciano Llorens le rompió el peroné en 1999 y lo dejó cuatro meses fuera de combate.

Su figura icónica le hizo ser imagen de una inmobiliaria y de un tipo de "fartons". Posó desnudo para Interviu y su boda, en la catedral, fue todo un acontecimiento social.

Soldado: "Compañero ejemplar"

"Ha sido un compañero ejemplar del que he aprendido mucho. Un abrazo muy fuerte" aseguró ayer Roberto Soldado desde Nueva York. El primero de los muchos elogios que le faltan.

El día que "se le giró un huevo"

David Albelda tuvo menos presencia en la selección española de lo que cabía esperar. Pero le dio tiempo a protagonizar una de las anécdotas más curiosas de la historia de la Roja en los Mundiales. Hay que remontarse a la cita de Japón y Corea de 2002. El de la Pobla Llarga abandonó el terreno de juego poco antes de acabar el octavo de final ante Irlanda, por lo que la selección entonces de Camacho tuvo que disputar la prórroga con un jugador menos. No se daban explicaciones y empezó a cundir toda suerte de especulaciones sobre lo que le había ocurrido. La explicación fue tan insólita como lo que le había ocurrido: una torsión testicular. Dicho más gráficamente: "se le giró un huevo", como se dijo entonces. No era, como se llegó a decir, una hernia inguinal, pero sí algo extremadamente doloroso y que le impidió volver a jugar.