David Albelda Aliqués (La Pobla Llarga, 1977), encajaría en la canción "Una vita da mediano", compuesta por el cantante italiano Luciano Ligabue para homenajear a Gabriele Oriali, centrocampista defensivo de la Italia campeona del mundo de 1982 y paradigma del jugador que sacrifica el lucimiento individual por el beneficio colectivo. Su oscura labor de destrucción del juego rival despierta más adjetivos ásperos que elogios fáciles. Con ese perfil, Albelda será sin embargo recordado como uno de los protagonistas indiscutibles del gran Valencia de inicios del siglo XXI, coronado con el doblete de 2004.

Con 478 partidos oficiales jugados en el equipo de Mestalla, Albelda recoge el testigo histórico de capitanes valencianos, iniciado con Monzó y continuado con Mestre, Roberto Gil, Claramunt, Arias o Fernando, cuyos legados se han agigantado con el paso del tiempo. La trayectoria de Albelda, criado en una familia amante del deporte -su tío fue ciclista y su hermano Pepe jugó en el Levante UD-, ha sido una carrera de fondo. Los inicios no fueron fáciles, lo recuerda cada vez que se ve las cicatrices en su rodilla, fruto de las graves lesiones de 1997, en el año de su estreno, y en diciembre de 1999, contra el Rayo, nada más volver de su cesión al Villarreal. Unas dolencias que retardaron su consolidación en el primer equipo. La retirada de Milla, los traspasos de Farinós y Mendieta, el fiasco del fichaje de De los Santos y la confianza de Rafa Benítez impulsan su asentamiento definitivo, que tuvo su fecha simbólica el 25 de agosto de 2001. Zinedine Zidane, al igual que Di Stefano, Pelé o Maradona, iba a debutar en España en Mestalla, pero se encontró con el correoso marcaje de Albelda. El exceso de faltas cometidas (ocho), todas ellas "tácticas" para abortar contragolpes, enfurecieron al Real Madrid y a su entorno mediático, y Albelda cargó con la etiqueta de futbolista violento. El doble pivote formado con Rubén Baraja recordó a los más veteranos de la grada al de Puchades y Pasieguito. Internacional y referencia para la afición, su jerarquía aumentó en julio de 2003. Benítez le entrega el brazalete en detrimento de un Cañizares con el que se enemistará hasta que unieron sus fuerzas contra Juan Soler.

La capitanía y el doblete llevan a Albelda al máximo apogeo de una celebridad reflejada hasta en su cambio de imagen, con pelo largo y mechas rubias que dejan atrás el corte de pelo corto con el que se asomó a la élite. Raúl le susurró a Florentino Pérez la necesidad de ficharle, una sugerencia repetida por Johan Cruyff en el Barcelona. Su figura también tiene sombras. Mucho se ha rumoreado por su influencia en la configuración deportiva sobre Manuel Llorente, con quien le une una gran amistad. Una sensible parte de la grada no le perdonó que denunciase al club en 2008 tras ser apartado por Ronald Koeman, junto a Cañizares y Angulo, en diciembre de 2007. Una fractura que solo se ha reparado con tiempo y con el reconocimiento del error por parte del propio jugador. El club fichó a jugadores, como Fernandes, Maduro, Topal o Gago, destinados a suplirle y a los que sobrevivió, siendo siempre relevante. Su adiós, como el de Waldo y Guillot en 1970, el de Zubizarreta y Fernando en 1998 o el de Cúper y Mendieta en 2001 supone un cambio histórico, del que tendrá que salir el líder que guíe a una nueva generación de valencianistas.