Habrá derbi en cuartos y, un equipo valenciano se plantará en semifinales de la Copa del Rey. Y es que anoche Valencia y Levante arrinconaron a sus respectivos rivales y se citaron para jugar los cuartos de final. El próximo miércoles, y en Mestalla, será la primera entrega. El desenlace, en Orriols. Pero el Valencia ronroneó en exceso para aceptar la cita. Es más, fue todo un sufrimiento. El gol de Soldado prácticamente certificaba la clasificación, pero la rápida reacción del Sevilla y la mala suerte que acompañó a Víctor Ruiz, que marcó en propia puerta, a punto estuvo de truncar el duelo valenciano. Y es que, el valor doble de los goles, sirvió para eliminar al Sevilla (2-1) y seguir soñando con acercarse a la Copa que el Valencia ganó pero no festejó en 2008.

El Valencia saltó al Pizjuán sabiendo que el Levante ya estaba clasificado. Y lo hizo con la ventaja lograda en Mestalla. El 1-0 de la ida no es que fuera un resultado cómodo, pero sí esperanzador y, a la postre definitivo.

El inicio del Sevilla, que necesitaba un gol para meterse en el partido, fue avasallador. El equipo de Marcelino se acomodó en el área de Diego Alves, acorraló al Valencia y convirtió al portero en el protagonista. Navas, Negredo... el brasileño y los palos salvaron al equipo de una debacle. La posesión, el juego, el dominio, la intensidad, las ganas... el Sevilla apretaba y mostraba su mejor cara, mientras el Valencia asistía embobado al baño sevillista. Y Emery , enloquecido, trataba de despertar con sus indicaciones al equipo; sobre todo a un desaparecido Banega, el jugador que debía canalizar el juego del Valencia y compareció apático. Como el resto. Y es que, hasta el minuto 35, no actuó Javi Varas porque ofensivamente el Valencia no existía. El despertar fue brusco. Rami, Soldado y luego Jonas, obligaron al meta sevillista a estirarse. El Valencia, por fin, espantaba la asfixiante presión y unos nervios —llámese miedo— inconcebible para un equipo tan acostumbrado a capear estas situaciones. Al descanso, con el 0-0, el Valencia se marchaba clasificado y el Sevilla aún más necesitado porque el tiempo de reacción era menor.

El partido se endureció en la reanudación. Y enloqueció. Más nivelado en el juego y en la posesión, se convirtió en un correcalles. Y, en esa tesitura, Jonas le regaló un perfecto pase a Soldado. El delantero, al que Del Bosque observaba desde el palco y Negredo miraba de reojo durante todo el choque, se acomodó al balón al pie, cabalgó unos metros y definió a la perfección. Todo parecía más fácil. Pero sólo cuatro minutos después, Alves despejó mal un lanzamiento de Martín Cáceres y el listo Rakitic remató para anotar el 1-1. Ya en tiempo añadido, y cuando los jugadores sonreían por la clasificación, Víctor Ruiz cedió con el pecho un balón a Alves y marcó el 2-1. Y Kanouté, a un centro de Reyes, a punto estuvo de marcar. Pero falló y el Valencia, aunque perdió, hizo valer el valor doble de los goles.