Las nuevas tecnologías y los avances en el campo de la investigación están generando en los últimos meses un alud de nuevas atribuciones, descubrimientos y hallazgos de carácter histórico que en algunos casos va a obligar a revisar la historiografía moderna. Si hace unos meses El Coloso le era atribuido a Asensio Julià y no a Goya, aparecía un nuevo Velázquez en Nueva York, una misteriosa hermana de la Gioconda tomaba el protagonismo, un nuevo Joan de Joanes cambiaba de titularidad o esta misma semana el Prado daba a luz un nuevo Tiziano, sólo faltaba sumarse a la lista Sorolla. Y ha llegado su momento, lo que permite ampliar el corpus del creador valenciano, pero también gozar de una obra de envergadura en una parcela tan poco conocida en su trayectoria como la pintura de carácter religioso.

Y es que los investigadores del Centre d’Art d’Època Moderna (CAEM) de la Universitat de Lleida, que dirige el catedrático valenciano de Historia de Arte, Ximo Company, acaban de descubrir una nueva pieza del artista valenciano. Pero además de una especial singularidad, de una temática apenas desarrollada más que en su época de juventud y al mismo tiempo una pieza de alto valor artístico y muchísima fuerza.

Estudio de Cristo es el título recibido por este lienzo atribuido a los primeros años de formación del pintor valenciano, creado todavía en su etapa como asistente e iluminador del estudio de fotografía de Antonio García, quien se convertiría más tarde en su suegro. La obra, firmaba con rapidez con el rabo del pincel, según el estudio que firma Company y Gemma Avinyó, está fechada en 1883. El óleo sobre un lienzo que fue reforzado tiene unas dimensiones de 97x62 y pertenece a un coleccionista privado de Madrid que lo adquirió en 2006 en una subasta con el lema «Escuela española del XIX. Firmado ilegible y fechado en 1883 en el lateral izquierdo».

Tras las importantes investigaciones que está realizando el CAEM y el rigor de sus investigaciones, los propietarios de la obra se pusieron en contacto con el centro para que analizara la pintura. Los investigadores realizaron a la obra diversos estudios técnicos de fluorescencia, luz ultravioleta, rectografías digitales a través de infrarrojos o radiografías. Todas las pruebas constataron que la obra era original, no tenía fragmentaciones ni estaba superpuesta.

Los datos históricos aproximan a Sorolla a la pintura religiosa en sus primeros años. Después de haber ganado una medalla de plata en la Exposición Nacional de 1884, ya que los jurados de aquella época infravaloraban este tipo de temática así como la histórica frente a otras propuestas, el enfado de Sorolla al ser relegado a un segundo plano le llevó a un cambio de rumbo en la temática de su paleta.

Durante sus años en Roma Sorolla se ejercitó en el natural y cuando regresó a Valencia en 1889 comenzó su trabajo en el costumbrismo. Por tanto, según los investigadores, la obra habría sido realizada en Valencia como ejercicio de alguna asignatura de sus estudios de la Escuela de Bellas Artes y regalada posteriormente. Sorolla tendría entonces 20 años.

Se da la circunstancia de que aunque apenas se conservan fragmentos de pinturas religiosas del artista valenciano o algún estudio de torso, la investigación en los archivos de Pons Sorolla y Arnau, nieto del pintor, sí permitieron localizar la existencia de la certificación de una pintura de idénticas características. La hipótesis es que la obra habría pasado por herencia de Clotilde a su hija y posteriormente al hijo de ésta. Sin embargo, la trayectoria de la pieza se perdió. Se desconoce su historia desde 1973 hasta 2006 que es cuado apareció en subasta. Pantorba en su catalogación de l0s años cincuenta efectuó una referencia a la obra aunque la daba por perdida.

Otra hipótesis baraja que Pons Sorolla habría realizado una certificación de la pintura que nunca llegó a manos de quien la había solicitado o que los propios descendientes de Clotilde se deshicieran de ella. Ahora, los herederos de Sorolla han vuelto a tener acceso a la pieza para su catalogación.

La obra, según Company, es de una calidad extrema y la pincelada, la preparación de la tela y la gama cromática coincide con la que usó en sus años de juventud. «Es una pincelada valiente, atrevida, suelta y que ya da cierta claridad hacía lo que sería su estilo», remarca Company.

El descubrimiento sin duda abre la puerta a nuevas investigaciones sobre una etapa apenas conocida.

Influencia y pasión por Velázquez

«Luego he hecho una corta visita a Velázquez que aunque cariñoso y comunicativo, te pone serio y de mal humor, vaya un coloso, eso es lo mejor del mundo», escribió Sorolla a su mujer Clotilde tras una visita al Prado. Sorolla, seguramente, conoció el Cristo de Velázquez una obra que posee una iluminación celestial, como el «Cristo crucificado» de Ribera, dos artistas que sin duda marcaron sus años de juventud como a otros muchos. Para los investigadores existe cierto barroquismo en la pintura y un especial tratamiento del claroscuro, sin dejar de atender que la presencia del desnudo en la obra del creador valenciano es consustancial a su propio arte. j. r. s. valencia