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Entrevista

Mónica Oltra: "Hoy en día hay poca política y mucho partidismo"

La vicepresidenta asegura que el «president» Puig «tiene toda la estabilidad en el gobierno, porque Compromís se la da»

Mónica Oltra, ante una fotografía de unos niños refugiados en la sede de la vicepresidencia. dani tortajada

¿Es posible hacer una entrevista sobre los dos años de gobierno valenciano (se cumplirá el próximo miércoles) sin hablar de corrupción y herencia recibida? ¿Hay que centrarse en la gestión del actual Consell? El periodista entra con esas cavilaciones irresueltas al despacho de la vicepresidenta y portavoz del gobierno.

«Es complicado no hacer referencia a lo que cada día nos encontramos», reflexiona ella. Tiene el ejemplo a mano: «Hace unas semanas, el TSJ nos dijo que la Generalitat ha de pagar 9,5 millones de indemnización por una autopista en la Vega Baja no construida y que forma parte del regalo envenenado de Isabel Bonig. Y eso pasa hoy, no hace dos años».

La líder de Compromís es la política valenciana más televisiva, pese a no existir televisión autonómica, de momento. Cada semana pasa revista ante los periodistas como voz y rostro del Consell. A veces, con polémica. Como esta semana, al responder sobre el incendio del alcalde de València, Joan Ribó, en torno a las Fallas. Ella habló del papel de las falleras mayores y hubo lío. «Una interpretación a mala fe», apostillan sus colaboradores.

Las últimas semanas han sido difíciles, confiesa la propia Oltra ahora en su tercer papel en el Gobierno del Botànic, el de consellera de Igualdad y Políticas Inclusivas. Lo dice por el revuelo después de que desvelara un caso de abusos en un centro de menores.

Con esa cartera social acaba de volver de una semana en las instituciones europeas. Productiva, asegura. «Planteamos al comisario Katainen [vicerpresidente de la Comisión Europea] que sería importante que la UE habilitara un fondo de protección social, igual que tuvimos los Feder. Hasta ahora se ha invertido mucho en infraestructuras, pero poco en políticas sociales», explica. Y la UE «será social o no será. El Brexit es un toque de atención».

La oposición la ha acusado de «darse a la fuga» en su momento más delicado, cuando en las Corts se discutía si crear una comisión de investigación sobre la atención a menores. Ella se defiende: «Avisé de este viaje a las Corts el 21 de marzo. Está por escrito». «Querían tapar sus miserias y despilfarros con los menores y me parece feo». La acusación es al PP. La comisión ha quedado en nada en virtud de la mayoría del tripartito en el parlamento.

P ¿Y no cree que esta comisión era necesaria?

R. Pues creo que las comisiones de investigación se ponen en marcha cuando hay una ocultación de la información y en este caso ha estado toda encima de la mesa. Además, todas estas cuestiones de menores son muy ocultas. El maltrato o el abuso infantil es algo tabú. Cuando alguien destapa esta caja de pandora la reacción es virulenta, porque preferimos pensar que esto no pasa en nuestra sociedad.

P. ¿Admite errores en la gestión de menores?

R. Siempre los hay. Y dificultades.

P. ¿Error, dice, porque tardaron en actuar pese al informe del Síndic de Greuges?

R. El informe es de julio de 2015. Nos sirvió de punto de partida. No me imaginaba que estuviera tan mal el sistema de menores. La conselleria entera era un desastre. Por eso el año siguiente creamos una dirección general de infancia y ya empieza la reorganización del sistema: en octubre de 2016 se traslada a los niños de un centro y se cierra, que nadie se enteró, y comenzamos a sacar la licitación, que está saliendo ahora, para dignificar la situación. Igual fue un error haber pensado que no iba a estar tan mal. Y quizá el exceso de información no es tampoco bien procesado.

P. ¿Se refiere a los detalles sobre el caso de posibles abusos y el presunto autor? ¿Por qué los dio?

R. Detalles de trazabilidad no había ninguno. Había que contarlo, porque me parece de extrema gravedad que se dé un abuso sexual y se tape. Puede producirse en cualquier sitio, pero el problema es cuando se oculta, porque dejamos inermes a los niños.

P. Pasando a otro asunto, ¿dos años después del cambio en el Consell, la imagen de la C. Valenciana no ha mejorado, según las encuestas. ¿Qué pasa?

R. La pregunta era si la imagen fuera de la C. Valenciana ha cambiado. Y pasa que todos los días hay un político del PPCV en la televisión por corrupción o despilfarro. Así es complicado. El PP ha concentrado mucha corrupción en la C. Valenciana y va a costar. Me parece injusto que se vincule a todos los valencianos, como en Madrid, aunque allí siguen gobernando y aquí ya no.

P. Pero son el partido más votado y crecen en las encuestas.

R. Bueno... Tienen más votos que el resto, pero no los suficientes para gobernar. Mientras sea así, todo va bien.

P. ¿Usted es más feliz que hace dos años? Demasiados problemas últimamente, ¿no?

R. Soy razonablemente feliz. En el ejercicio de la política sí soy más feliz que antes, porque los últimos 4 años de oposición fueron durísimos y solo podíamos visibilizar los problemas de la gente, con mucha impotencia. Ahora puedo tomar decisiones que solucionen esos problemas. Con todas las dificultades que tiene.

P. ¿Ha aprendido que no todo es posible, incluso lo que parece fácil?

R. Sigo pensando que todo es posible, pero en sus tiempos y siempre y cuando sepamos ser pacientes y gestionar bien las expectativas, las de las gentes y las nuestras. Saber que cada cosa tiene sus términos. Los cambios han de ser paulatinos y no podemos ir más rápido que la sociedad.

P. ¿En el caso de la educación, han ido más rápido de lo que esperaba la sociedad con el freno a la concertada y la apuesta por el plurilingüismo?

R. Ahí estamos encajando los tiempos. La comunidad educativa llevaba pidiendo estos cambios hace mucho. No ha habido freno a nada. Lo que ha habido es decidir qué se ponía en el centro: los intereses de determinados empresarios o los niños. Cuando se provoca una agujero negro de mil millones en Ciegsa es obvio que para el PP el centro eran los intereses de determinadas empresas que facturaban con sobrecostes y de determinados bolsillos. Ahora se está construyendo un sistema de educación que no solo transmita conocimientos. La escuela ha de ser un factor de igualdad de posibilidades, con las mismas reglas para todo el mundo. Antes eran los centros los que elegían a los niños, ahora son las familias. Más de un 90 % tiene en primera o segunda opción el que han escogido.

P. ¿Ese sistema funciona también como un agente catalanizador de la sociedad?

R. [Ríe] Ese debate es una pérdida de tiempo. El PP estaba acostumbrado a actuar desde las ocurrencias, como enseñar chino mandarín. Este gobierno trabaja con diagnóstico y este es que el 99 % de niños maneja el castellano al acabar su etapa educativa, un 30 % el valenciano y un 6 % el inglés, así que tenemos un problema grave. Sobre esa base se dice a los expertos que construyan un sistema para que los niños acaben dominando las dos lenguas oficiales y el inglés, y además tengan nociones de una segunda lengua extranjera. Ese es el objetivo y ese es el decreto de plurilingüismo.

P. ¿Entonces cuando el ministerio actúa contra él lo hace políticamente?

R. Creo que el ministerio tiene muy claro que es un decreto positivo. Otra cosa es el PP valenciano, que de todo quiere hacer un arma de confrontación. No se trata de discriminar, sino de que todos los niños dominen las tres lenguas con fluidez y desparpajo. El tema de la acreditación, que es el que preocupa al ministerio, ya se les ha dicho que se está haciendo un cambio de normativa y que, de todas maneras, esto no va a llegar hasta el curso 2023-24.

P. ¿Le preocupa el futuro de Ximo Puig en el PSPV?

R. Me ocupa, más que me preocupa, que el gobierno del Botànic trabaje sin palos en la rueda y en esa medida me preocupa que el president pueda trabajar con fuerza, libertad y comodidad. De procesos de otros partidos no opino.

P. ¿ Pero le parece sostenible un presidente al que la mayoría de su partido le hubiera dicho que no lo quiere como secretario general?

R. No sería la primera vez que hay bicefalias, pero me parece que es adelantar acontecimientos. Cada formación tiene cultura y tradición diferentes.

P. Ya, pero es como si en Compromís le dijeran que no la quieren como portavoz (o coportavoz). Difícil de digerir, ¿no?

R. Bueno, como somos cuatro nos dedicamos cada uno a una cosa y nos repartimos mejor la faena. Insisto, no hay que adelantar acontecimientos. El president tiene toda la estabilidad en el gobierno, porque Compromís se la da, y todo el apoyo.

P. ¿Está tan a prueba de bombas el Botànic como para resistir, si se da el caso, a un presidente cuestionado como líder por su propia militancia?

R. Mientras se siga cumpliendo el pacto, como está ocurriendo todos los días, está a prueba de bombas. A partir de ahí, los procesos internos no tienen por qué influir. Compromís es un elemento de estabilidad para el president. Le trasladé desde el primer minuto que tiene todo el apoyo en el ejercicio de la presidencia.

P. Usted algo feliz si estará, porque los problemas del principal competidor en la izquierda les benefician electoralmente...

R. No me hace feliz que les vaya mal. La mezquindad nunca me hizo feliz. Me hace feliz cuando gobernamos bien. Las confrontaciones electorales no tienen porqué estar basadas en la mezquindad.

P. Hablemos de Compromís. ¿Le inquietan las diferencias internas sobre la relación con Podemos?

R. Las diferencias en Compromís me gustan, porque es lo que nos ha dado la fuerza actual. Somos una formación diversa y lo llevamos con orgullo. Sobre esa diversidad hemos sabido construir siempre un punto de encuentro. Eso ha hecho que seamos un factor de estabilidad dentro del gobierno valenciano, porque el aprendizaje lo hicimos en casa. Ha sido un aprendizaje como persona. Hace falta más diálogo en la política y menos confrontación.

P. Pero ¿comparte que Compromís necesita presentarse con Podemos para ser primera fuerza de la izquierda?

R. Quedan dos años para las elecciones y no me gusta adelantar acontecimientos.

P. No es tanto tiempo...

R. En dos años se pueden hacer muchas cosas. Mire todo lo hecho. A veces ni me lo creo.

P. Al PP le parece poco...

R. Y queda mucho por hacer. ¿Sabe? Hay poca política hoy en día y mucho partidismo, que escora peligrosamente siempre hacia el electoralismo. No han acabado unos comicios y se piensa ya en las siguientes. ¿Y cuál es el problema entonces?

P. Que no se gobierna.

R. Exactamente. O que se toman decisiones pensando si te van a dar votos. Nosotros no nos planteamos si las medidas dan votos o no. Yo no sé si nuestra política en dependencia da votos o no, pero sé que es necesaria y moralmente obligada, porque protege a la parte más vulnerable de la sociedad. Si estás pensando permanentemente en las elecciones acabas decidiendo solo en función de lo que te interesa como partido. La sociedad necesita decisiones que impliquen más allá de cuatro años, pensando en el futuro, estemos o no estemos, y si estás pensando en elecciones, no lo haces.

P. Una pregunta electoralista más. ¿Aguantaría cuatro años más como vicepresidenta?

R. Hay muchas decisiones antes de llegar ahí, también personales. De los pocos consejos que he dado a la gente que se ha incorporado al gobierno es que disfruten con el trabajo. Habrá momentos malos, sí, pero que vivan intensamente todo. Yo lo estoy disfrutando.

P. ¿Han tenido más momentos malos de los que esperaba?

R. Posiblemente, aunque algunos han sido muy duros.

P. ¿Cuáles?

R. Las tres últimas semanas, por ejemplo. Y no por nosotros, sino porque te angustia que los críos puedan no estar bien. La gente más desvalida nos obliga a estar al 100 %, pero lo estoy disfrutando. Así que vamos a acabar esta etapa de cuatro años y luego veremos. Queda mucho.

P. En dos años al mundo le ha caído encima Trump, el Brexit y una creciente desigualdad. ¿La política tradicional ha dimitido?

R. Más bien diría que la desigualdad y la inestabilidad van unidas. Que el dogma liberal abdicara de generar unas sociedades más justas ha dejado muchos perdedores. Los factores que igualan a la ciudadanía son la redistribución de la riqueza a través de los impuestos y los servicios públicos. Si todo eso se desmantela, la respuesta de los perdedores de la crisis es iracunda y multifactorial.

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