La única manera de entrar a Chulilla durante la tarde de ayer era mediante caminos alternativos. Las entradas al pueblo permanecían cerradas entradas al pueblo permanecían cerradas ante el posible avance del fuego hacia el núcleo urbano. La noticia que todos los vecinos esperaban llegó en torno a las 20.30 horas, cuando el Ayuntamiento de Chulilla emitió un bando conjunto con la Guardia Civil en el que obligaban a los vecinos a abandonar sus casas.

Con el olor a humo en todos los rincones del municipio, muchas personas de avanzada edad se resistían a salir de sus domicilios. José Cremades, vecino de la localidad, aseguraba que no abandonó el pueblo en 1994, pero como ayer ya contaba con más de 80 años, una ambulancia se lo llevó a Villar del Arzobispo. En el consistorio, varias voluntarias prepararon bocadillos para los evacuados, que salían de sus casas sin saber si iban a volver a ellas por el avance amenazante del fuego. Se movilizaron ocho ambulancias y varios autobuses para trasladar a los evacuados.

«Mi marido y mi hijo se quedan porque tememos por nuestras casas», decía una vecina. «Me voy resignado a que se queme mi pueblo», aseguraba otro joven. Algunas personas apuntaban hacia la posibilidad de que el fuego hubiera sido intencionado, como el del 94: «La hidroeléctrica está intacta, no es posible que hayan saltado los plomos».

Los jóvenes del pueblo, por su parte, criticaron lo que para ellos era falta de aeronaves para combatir el fuego. «Sobre las cuatro vimos las llamas, observamos el avión de reconocimiento, amarillo, y se fue, y hasta las 17.30 o 18 horas no vinieron dos avionetas y dos helicópteros», indicaron algunos jóvenes del pueblo, que se indignaron al escuchar hablar de las 13 aeronaves que según Emergencias actuaron en el incendio.

Con todo, hubo personas que se resistieron a abandonar sus casas, entre ellos una pareja de jóvenes con un bebé. El sacerdote del pueblo, David, tuvo que intermediar entre ellos y la Benemérita para conseguir que abandonaran sus domicilios, lo que hicieron tras un intercambio de opiniones.

Las personas más mayores estaban preocupados, principalmente, por los algarrobos que rodean el municipio. En esos campos es donde suelen trabajar, por lo que no querían dejarlos sin protección para que fueran pasto de las llamas. Un voluntario que estaba ayudando a las labores de evacuación insistió: «Tenemos que dejar vacío el pueblo, nadie puede quedarse en sus casas». A última hora de la noche se desalojó Gestalgar.

Cortafuegos improvisados

Algunos vecinos, ante, según ellos, la falta de efectivos, se pusieron manos a la obra y ante la cercanía de las llamas a algunos chalets de las urbanizaciones de la periferia de Chulilla, decidieron crear cortafuegos con sus propias herramientas.

Tal como pudo saber este diario, algunos vecinos se lanzaron al monte motosierra en mano para deshacerse de los rastrojos y los árboles que pudieran estar en el camino del fuego, de tal manera que si las llamas llegaban a las casas se encontraran con una zona yerma que no pudieran quemar ni, evidentemente, saltar. Las carreteras, por ejemplo, funcionan de cortafuegos y en muchas ocasiones consiguen detener el avance de un incendio forestal.

Para muchos de estos vecinos, la tarde fue un continuo sinvivir. Veían las llamas cerca y el humo se aproximaba a sus domicilios. Cuando llegó la orden de evacuar Chulilla, hubo quien se negó a abandonar sus casas, sobre todo aquellos que vivían en la parte baja del pueblo. Según pudo conocer este diario, a última hora de la noche de ayer aún quedaban en la localidad un 20 % de su población, que no veía motivo para dejar sus casas y, en muchos casos, a sus mascotas.

Sea como fuere, lo cierto es que la noche se hizo larga para los habitantes de la comarca, que veían cómo el fuego arrasaba, 18 años después, sus tierras.