El Gobierno de Mariano Rajoy tiene previsto impulsar en Barcelona un proyecto que relegaría la aspiración de la Comunitat Valenciana de ser la puerta de entrada al sur de Europa de mercancías de todo el mundo. Los planes del Estado pasan por convertir la Zona Franca de Barcelona, junto con el puerto de la ciudad y el aeropuerto de El Prat, en el mayor polo logístico de Europa dando una gestión conjunta a la zona.

Así lo ha confirmado este fin de semana el popular Jordi Cornet, delegado del Estado en el Consorcio de la Zona Franca de Barcelona. Este enclave es un área industrial de gran potencialidad debido a su proximidad con infraestructuras de transportes y nudos de comunicación. Está a apenas siete kilómetros de Barcelona y su aeropuerto; a medio kilómetro del Puerto; a 200 metros de la estación de mercancías más importante de Cataluña y conectado con la red de carreteras.

Pese a que cada una de estas zonas por sí sola ya «es potente», para el dirigente catalán las tres juntas forman el polo logístico más importante por desarrollar de Europa, desde donde se puede distribuir la mercancía por toda Europa, el norte de África o Latinoamérica.

Lo cierto es que, de concretarse esta idea que pretende suponer un impulso para Barcelona «comparable» con las de los JJ OO de 1992, Valencia y su histórica aspiración de convertirse en la «puerta de entrada y salida» de Europa para los productos de todo el mundo quedaría definitivamente relegada en beneficio de su competidor natural. En todo caso, el hecho de que el puerto de Barcelona vaya a disfrutar antes que el de Valencia del corredor mediterráneo hacia Europa sitúa a Cataluña en clara ventaja de cara al futuro inmediato.

Lo cierto es que la Comunitat Valenciana lleva años en una encrucijada logística en la que se han explicitado muchas intenciones sin que nunca hayan llegado al terreno de la realidad. Durante los gobiernos de Francisco Camps se han anunciado estrategias, como la Xarxa Logística de la Generalitat en 2008, con hasta ocho nodos repartidos por todo el territorio que se tenían que haber inaugurado en 2011.

Los expertos pedían entonces que la administración se centrara en un solo centro logístico antes que diversificar esfuerzos. En esa dirección parece encaminada la iniciativa catalana, con una visión de gestión conjunta para esa Zona Franca y las infraestructuras de comunicación cercanas.

Antes que eso, en 2004, el Plan de Infraestructuras Estratégico (PIE) de la Generalitat Valenciana ya prometía convertir los puertos en «grandes centros intermodales» con zonas de actividades logísticas (ZAL). En el caso de Valencia, tras años de conflicto entre administraciones por la propiedad de los terrenos, la ZAL se ve afectada ahora por el parón económico. También continúan aplazados sine díe proyectos como el acceso norte por carretera al puerto de Valencia.

En este contexto, el reto actual se llama corredor mediterráneo. La crisis y las dudas que existen en torno al compromiso real del Gobierno hacen que esta obra sólo pueda intuirse a medio plazo. Se espera que el próximo 2013 sea licitado el tercer carril, y que esté listo para 2016, después del último retraso del Ministerio de Fomento.

Ese tercer carril en las vías actuales es una tecnología que permite que por una sola vía circulen trenes de dos anchos: el ibérico y el estándar europeo. Este corredor, que saldrá de Alicante, conectará los cuatro puertos valencianos y factorías como Ford y Vossloh con Barcelona.

De momento, el puerto de Valencia deberá competir con un vecino barcelonés que, además de contar con el impulso del Gobierno para este nuevo salto, acaba de presentar una ampliación de la terminal de contenedores para posicionarse como «la gran puerta del sur de Europa desde Asia». Además, desde septiembre de 2013 contará con seis líneas de ancho europeo para mercancías.