¿Se arrepiente de haber impulsado la T-2 en lugar de un tranvía que ya estaría construido?

La filosofía de la T-2 es adecuada. La Línea 2 es un tranvía con tramos subterráneos que se adelantó a estas nuevas circunstancias económicas. Es una obra prácticamente terminada y que le queda muy poco para entrar en funcionamiento. Es cierto que estamos en un momento malísimo de inversión, pero lo que nos queda por hacer es lo barato: el ramal a La Fe, el del frente marítimo a través de la avenida de Francia, el que cruza el Turia hasta Forn d’Alcedó, Sedaví y La Torre. Y todo eso es en superficie.

¿Y el tramo del centro histórico?

No es tan sencillo y tengo que reconocer que es muy costoso, 200 millones de euros, y no tiene umbral de programación. Es el tramo desde Marqués de Sotelo y la calle Almassora mediante un túnel profundo, que supone un coste importantísimo, porque los problemas geotécnicos de la ciudad son tremendos.

¿Y para el resto de la Línea 2?

Para concluir la Línea 2 necesitamos 180 o 190 millones. No estamos contentos con el tratamiento que nos ha dado el Estado para la inversión en transporte público metropolitano. Hay dos cuestiones a dirimir: el contrato programa de funcionamiento del sistema y los convenios de financiación de infraestructuras. Si el Estado nos asegurara un tercio de la financiación sería posible reanudar las obras en un tiempo corto y ponerla en servicio.

Algunos expertos critican que el metro en Valencia es poco eficiente porque se cruzan todas las lineas en el centro.

Las ciudades son muy variadas y siempre existe un centro que atrae mucho. Las redes de transporte público han de ser radiales y han de haber algunos elementos perimetrales. Es un diseño que cuando se termine de desarrollar será afortunado.