La Generalitat puede estar satisfecha del trato recibido del Ministerio de Hacienda. La tarde en que se aprobaron los planes de reequilibrio de las comunidades, el 17 de mayo, el departamento de Cristóbal Montoro difundió unos datos que corregían al alza el déficit declarado inicialmente por el Consell, del 3,7% al 4,5% del PIB valenciano. En euros, de 3.796 a 4.657 millones, 861 millones más por las facturas en los cajones, básicamente de Sanidad. Madrid sumaba otros 2.000 millones y Castilla y León, 137. En total, un déficit adicional de 3.000 millones. Sin embargo, horas después el ministerio anunciaba que, como consecuencia de estas desviaciones, el déficit de España se revisaba, del 8,51 al 8,91% del PIB español, cuatro décimas más. Pero, teniendo en cuenta que el Producto Interior Bruto es de algo más de un billón, cuatro décimas son 4.000 millones, no 3.000. ¿Dónde están los mil que faltan?

La clave está en el Plan de Reequilibrio del Consell, que recoge dos indicadores de déficit. Uno a «efectos del objetivo de estabilidad presupuestaria» [es decir, del control el Estado], los 4.657 millones y el 4,5% citados, y otro, en términos de «SEC 95», que son las normas de contabilidad de la UE y, en consecuencia, las que van a ir a misa. El déficit era de 5.638 millones, el 5,4%. La diferencia son el total de 1.842 millones de facturas en el cajón.

La segunda mayor desviación

El jueves, el ministerio trasladó a los técnicos del Eurostat estas cifras, que conllevan 981 millones más de déficit adicional de la C. Valenciana sobre la cifra difundida. Conclusión: para la UE y en términos de SEC-95, todas las facturas afloradas son déficit de 2011 y, por tanto, 1.842 millones más. En cambio, para el Estado, al Consell le han dejado apuntar 981 millones a ejercicios anteriores y solo 861 a 2011. Madrid no ha gozado de estas dos cifras de déficit. En total, si la C. Valenciana debía cerrar 2011 con 1.384 millones de «números rojos» (el 1,3% del PIB), lo hizo con una «mochila» de 5.638 millones, 4.254 millones más. Es la segunda mayor desviación, en términos de PIB español, sólo superada por Cataluña.