El edificio construido para el Instituto de Ciencia y Tecnología del Hormigón, en el campus de Vera, estará en funcionamiento con el nuevo curso 2012-13. Éste será, prácticamente, el último centro que la Universitat Politècnica de València (UPV) alza en el campus de Vera tanto por la saturación de espacio como por los recortes presupuestarios, al menos durante la crisis económica.

Ideado en 2004, en pleno boom del ladrillo, el edificio salió a concurso en 2008 y se pone en marcha en el peor momento de la construcción. Su director Jordi Payá, no obstante, rechaza la comparación y afirma que no se gestó para este cometido sino para desarrollar investigaciones en torno al hormigón. «La instalación nos permitirá salir del bache de la construcción desarrollando nuevos materiales y aplicaciones así como mejores productos» remarca Payá, profesor del departamento de Ingeniería de la Construcción

En su opinión, «no tiene nada que ver. El hormigón va más allá del ladrillo. Y lo estudiamos en todas sus facetas. Ahora está más justificado que nunca porque le damos un valor añadido; buscamos dar soluciones en estos momentos de crisis y ofrecemos nuevas idas, productos, y tecnología. Además, la construcción está en parón aquí pero no en otros países, por lo que aportamos transferencia de conocimientos».

La obra del instituto se ha financiado con una importante partida del programa operativo 2007-13 de los Fondos Europeos de Desarrollo Regional (Feder), que asumió el montante mayor de su coste, 5.793.898 euros incluido el IVA, de los que la Politècnica únicamente aportó 200.000 euros.

Precisamente, esta semana ha tenido que salir corregido el anuncio de la «Redacción de proyectos y dirección» de este nuevo edificio que en 2008 publicó la Politècnica en el Diario Oficial de la Comunitat Valenciana. Entonces, se olvidaron de incluir que el contrato se cofinanciaba con los fondos comunitarios, como una placa a la entrada del centro aun no estrenado recuerda.

Producción científica

Aunque a partir de ahora dispondrán de una construcción acorde a la necesidades, el instituto lleva más de siete años investigando. La producción científica se ha multiplicado por tres en ese tiempo. «Para continuar progresando necesitamos del edificio» subrayó a Levante-EMV su director.

En sus 3.827 metros cuadrados de superficie, está divido en dos partes: la de los laboratorios, despachos y aulas y la denominada «nave pesada», en la que por sus dimensiones y cuatro alturas libres de tabiques, cabe una construcción de dos plantas. En su losa de ensayos se investigará sobre los efectos de los seísmos y la resistencia de materiales o la estabilidad de los edificios. «Nos permitirá realizar proyectos más singulares por las características de la instalación. Ahora tenemos muchas limitaciones físicas y compartimos los mismos laboratorios la actividad docente y la investigadora» comenta Payá.

En las actuales instalaciones, que corresponden al departamento de Ingeniería de la Edificación, se realiza docencia e investigación. Allí trabajan 26 profesores investigadores y otras 40 personas que provienen, sobre todo, del grupo de Química de los Materiales y del de Análisis, Diseño y Tecnología de la Construcción (Aditec).

En cuatro meses, el centro estará ya en pleno rendimiento. Una vez concluido el edificio, se procederá al traslado a lo largo de los dos próximos meses de los distintos equipos de investigación y los instrumentales, con la intención de que todo este listo antes de agosto.