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El obispo Rafael Sanus regresó ayer con todos los reconocimientos oficiales al Palacio Arzobispal de Valencia. Lo hizo dentro de un ataúd para recibir el último adiós de compañeros y discípulos, sobre todo lo último, porque Sanus -rector del seminario y vicario general antes que obispo- es el padre espiritual de gran parte del clero valenciano.

El féretro con los restos mortales del prelado. que no quería el trámite del tanatorio, llegó directamente al Palacio Arzobispal desde su vecino domicilio a las 12 horas. El arzobispo de Valencia, Carlos Osoro, los dos obispos auxiliares, Esteban Escudero y Enrique Benavent, y la mayor parte de la curia local, además de familiares, sacerdotes y amigos, recibieron el cuerpo en la puerta.

Tras el rezo del Regina Coeli en el hall celebrado por el titular de la archidiócesis, el ataúd fue subido hasta el Salón del Trono, donde se instaló la capilla ardiente. Con su báculo en el féretro, Sanus fue amortajado con la casulla de su primera misa, en la que sobresalían unas ramas de olivo, una referencia simbólica a la luz y la resurrección y a su vocación de labrador.

No pasaron desapercibidos los honores que el obispo de Alcoi recibió en la casa que abandonó el año 2000, tras dimitir de su cargo por las diferencias con su entonces superior, Agustín García-Gasco. Como solía explicar en privado, era la fe o el obispado. Y decidió quedarse con lo primero.

Ayer ya se desataban las lenguas para hablar de esa difícil etapa. "Fue un obispo del diálogo y la solidaridad, un hombre de pueblo que sufrió muchísimo y al final consiguió que este arzobispo le devolviera su dignidad como persona y como obispo", La frase es del sacerdote Vicente Aparicio, creador de la Fundación Aspadis para menores discapacitados y gran amigo de Sanus.

También el delegado del Gobierno, Ricardo Peralta, viejo conocido del prelado, subrayaba que su dedicación a la Iglesia valenciana "no fue apreciada debidamente en algún momento", aunque en los últimos meses "se sintió reconocido".

La capilla ardiente se mantuvo abierta hasta poco antes de la misa funeral de las 18 horas en la Catedral. Osoro estuvo la mayor parte de ese tiempo junto a la familia, atendiendo a las autoridades o postrado con su Biblia ante el féretro, depositado sencillamente sobre una alfombra en el suelo. En la recepción quedaba el libro de firmas, donde se formaban colas.

Los miembros del Consell Juan Cotino y Trinidad Miró (de Alcoi) pasaron por la capilla. También la cúpula de la Universidad Católica de Valencia, con su rector al frente, José Alfredo Peris, y numerosos profesores de la Facultad de Teología, sacerdotes de distintas edades y seminaristas. El presidente de los Junior, Carlos Chova, y la de Tyrius, Asunción Francés, también le dieron su adiós.