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«Es la cruz de Cristo la que debe vertebrar todo el pensamiento de una Universidad Católica», concluyó ayer el prefecto de la Congregación para la Educación Católica, el cardenal polaco Zenón Grocholewski, en su discurso de investidura como doctor honoris causa por este institución académica de Valencia —la primera que concede.

Toda una declaración de principios cuando el Tribunal de Estrasburgo acaba de emitir una sentencia que declara los crucifijos en las aulas «una violación» de los derechos de los padres a educar según sus convicciones y contra la libertad religiosa, tras un recurso de una ciudadana italiana, y en España, una proposición no de ley del Congreso insta al Gobierno a aplicar la jurisprudencia.

«Contra esta sentencia han habido protestas que provenían, también, del ámbito no católico. Esa sentencia significa que no se comprende la libertad religiosa. Está fuera de la realidad. Pienso que nunca, un católico que ha ido fuera, a cualquier país budista o islamista, y se ha encontrado con sus signos religiosos, ha pedido que se retiren. Se debe respetar la libertad de los demás», afirmó ayer el cardenal Grocholewski a preguntas de Levante-EMV, después del acto de investidura.

El hecho de que en algunos centros educativos, en particular los concertados religiosos españoles, se exhiban símbolos católicos, como la Cruz o la Virgen, se debe a que «en la realidad europea es lo normal porque es nuestra propia cultura. No se puede negar la formación cristiana de Europa, su naturaleza, sus raíces cristianas» aseguró el prelado parafraseando al Papa Juan Pablo II y al presidente francés, Nicolás Sarkozy, según recordó.

En este contexto, defiende

—como no podía ser de otra forma— que «la religión se debe enseñar en la escuela porque se trata de la formación integral de toda la persona. El ser humano no es uno en el centro educativo, otro en la familia y otro en la calle. La religión no sólo contribuye a la formación sino al bien del individuo, del ciudadano, al bien de la nación».

Sobre la polémica que durante el curso pasado desató la impartición de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, el cardenal polaco incidió en que «el primer punto del cual se debe partir, es el derecho fundamental que tienen los padres a decidir sobre la formación de la conciencia de sus hijos, sus valores morales. Segundo, la conciencia que los padres tienen. Está declarado en diversos foros internacionales el derecho de los padres a que los hijos reciban la educación según sus valores morales. El Estado, si quiere ser democrático, debe respetar este derechos de los padres».

El prelado comentó que se muestra «de acuerdo» con que «tiene que haber una educación para el ciudadano pero no tiene que ir en contradicción con los valores morales que posee cada una de las familias y los chicos que provienen de estas familias».

Según recordo, «viví de pequeño en un país comunista y los comunistas querían imponer en las clases una ética y los padres tenían que combatirla desde la educación en la casa. Actualmente, en Polonia estamos contentos de que esa ideología comunista se haya superado. La gente ha sentido este peso de una imposición por parte del Estado, de una ética. Ahora todas las instituciones educativas se han abierto a nuevos contenidos y a la iglesia. Muchas universidades estatales han incorporado facultades de Teología».

En opinión de Zenón Grocholewski, la investidura como doctor honoris causa que acababa de recibir es «un desafío para la misma universidad. Al dárselo a un cardenal prefecto de la Santa Sede adquiere un compromiso serio de impartir una educación siguendo los valores de la Iglesia».